Iba a escribir un post sobre cómo ver las auroras boreales, sobre la famosa aurora boreal, que seguramente será mejor para el SEO, seguro llegará a más público y posiblemente será más útil para mis lectores, o sea, para ti, lectora o lector.
También iba a ser cantante de pequeña y hasta hacedora de perfumes y este nuevo año, además, iba a dejar de fumar. Lo cierto es que la realidad no es nunca como la habíamos planeado y aunque hoy miércoles tocaba (y hasta había prometido) un post sobre las auroras boreales (y de hecho tengo más de medio artículo escrito) siento que no puedo. No puedo escribir así de algo así. Así que escribo así sobre este así, que no tengo muy claro cuál es y no me importa, pero me sentía incapaz de terminar ese artículo que, según yo, (y esa coletilla confieso que me gusta mucho), no trasmitía todo lo que vi y viví en mi experiencia polar, en esa búsqueda de la aurora boreal.
Es demasiado difícil, por no decir imposible, describir las sensaciones que se experimentar ante un fenómeno así y cuando lo recuerdo, no me extrañan ya todas las leyendas y creencias que nos contaron que existen alrededor de ellas. No me extraña que digan que te enamorarás para siempre de tu pareja si las ves con ella e incluso, no me extraña ya que digan que, después de verlas, tú vida no vuelve a ser igual.
Y no se si vuelve a ser igual o no, porque no creo que haya un igual, pues aunque lo parezcan, por similares que sean, los días nunca son igual a otros. De alguna forma creo que exageran, pero de otra entiendo que no. Y es que ver una aurora boreal, desde luego es un fenómeno que no te deja indiferente, aunque sea el pan de cada día de muchos de los habitantes de esas tierras salvajes.
Una aurora boreal es como juego.
Una aurora boreal es como el primer rayo de sol primaveral que te da en la cara tras meses de largo invierno.
Una aurora boreal es como un sueño.
Y te frotas los ojos.
Y te los frotas otra vez.
Porque una aurora boreal es difícil de creer.
Una aurora boreal es como una serpiente verde, serpenteante, zigzagueando en el aire.
Una aurora boreal es como las espirales que tantas veces dibujé.
Es una espiral verde. Y verde es mi nuevo color de moda.
Una aurora boreal se mueve. Y brilla. Y ondea.
Casi que parpadea.
Está ahí, la ves, pero sientes que no puedes despegar los ojos de su vista ni un segundo pues parece que, en cuanto parpadees, va a desaparecer.
Se va a esfumar como un sueño.
Va a desaparecer a los pocos segundos, borrándose poco a poco de nuestra consciencia, volviendo al subconsicente, al país de las fantasias, los sueños y las pasadillas.
Y desaparece, desaparece aunque no parpadees. Y le trato de tomar una foto, pero no puedo tomarme el tiempo de hacer los ajustes como debería, porque mi cargador se ha roto, y la raya que marca la batería de mi cámara, es la única que me permitirá tomar fotos en el resto del viaje. Así que aprieto el botón en el momento que la aurora se dibuja más fuerte antes de guardar la batería de nuevo dentro de mi pantalón, para que el frío no consuma lo poco que aún le queda.
Y miro al cielo. Una aurora se va. La espiral se desdibuja poco a poco hasta desaparecer por completo, pero en el lado de la luna, una nueva aurora boreal se empieza a crear. Es una línea, una línea recta que cruza el cielo de un lado al otro. De una vereda a otra de este río helado, perdiéndose entre la masa de árboles a ambos lados. Se desliza, se mueve, de pronto brilla intensa, fuertemente y tras el último coletazo de magia vuelva a desaparecer, dejando el cielo vacío esta vez.
Las manos duelen. Sacar una foto, quitarse el guante, es todo un gesto de heroicidad. La noche es despejada, ideal para ver auroras, pero también fría, muy fría y los dedos sienten mientras sujetan el cuerpo de la cámara la falta de protección. Nuestro couch se va y nosotras nos quedamos un rato más, como dos niñas maravilladas con ganas de jugar.
La misma escena se repite la noche siguiente. El cielo vuelve a estar despejado y el río en el que estuvimos ayer, congelado, así que nos dirigimos de nuevo a él y otra vez las auroras no tardan en aparecer. Esta vez he podido aprovechar para establecer los ajustes de mi cámara y con los minutos de batería que me quedan, estoy dispuesta a sacar al menos una única y buena foto. No quiero despertar de este sueño y olvidarlo para siempre, aunque hoy se que la foto es innecesaria y por mucho que haya quedado bien, incluso enfocada, no podrá reflejar ese baile privado que yo vi, que yo sentí. Ese momento único en el que esa línea verde bailó para mí a la luz de la luna, ondeando y dibujando sus formas, envolviéndome con su magia y con su luz. Con ese baile.
Y es que una aurora boreal es como el mejor tripi, el mejor cartón de SLD.
Es mejor que la visión de cualquier pantalla HD.
Produce tanta sensación de amor como el MDMA y además no tiene resaca ni efectos secundarios, aunque por la zona dicen que ayuda a quedarte embarazada.
Una aurora boreal es como la magia que se siente al ver las estrellas en una noche clara bajo el efecto del Peyote.
Los fractales que dibujan las nubes en un viaje de San Pedro.
Es mejor que el primer beso.
Produce una sensación tan alucinógena que hay una variedad de marihuana que lleva por nombre a su gemela anglosajona, la northern light, o lo que vendría a ser aurora boreal en inglés. Luz del norte.
Luz del norte y de los nortes.
Cierro los ojos. Por un momento estoy ahí y la aurora baila para mí. Yo siento adentro. La siento adentro. La dicha. Llegar.
Me inunda entera.
Te deja esa sensación, esa sensación que dura unos segundos. La sensación de haber estado en otro lado.
Haber visto otra cosa.
Sentir eso.
Conectar con eso.
Ser parte.
Parte y pequeño.
Insignificante.
Parte del baile.
Porque bailas, bailo. Río y sonrío por dentro.
La alegría llega y se queda.
Y es para mí.
Y es conmigo.
Y brilla.
Salta, juega.
Me inunda.
No te pierdas Viajar a Laponia a dedo más allá del Círculo Polar Ártico para saber cómo llegamos a dedo a Ivalo a pesar de los -27ª y la poca luz. Una experiencia extrema que nos acercó a las dichosas auroras boreales de las que te hablo hoy.
Si quieres leer el post, haz click por aquí.
*Y Si quieres leer más sobre mis experiencias en Finlandia, solo tienes que pinchar en este enlace. Por lo demás, andaré dejando letras si te apareces por los comentarios. Y ya sabes, compartir es vivir y además, gratis. ¿Me echas un click?
11 comentarios en «Dichosa Aurora Boreal»
Esta es una de esas noches en las que me siento inspirada y busco cosas que leer, qu sentir. Y de la manera en que has escrito esto ha hecho que me transmita esa felicidad que describías. Me encanta. Creo que tienes un arte para esto, para transmitir lo que sientes.
Gracias por esto, haces que el hecho de ver una aurora boreal se haya convertido en una de esas cosas que quiero hacer antes de morir :)
Andrea, que lindo escribes!!
Ir a dedo para ver la aurora boreal también es uno de mis sueños..
Gracias, un abrazo desde Chile :)
Bárbara! Gracias!
La verdad que llegar a Laponia a dedo es una experiencia extrema, más que nada por la temperatura, pero merece la pena!
Un abrazo desde Bilbao! :)
Qué hermoso relato y qué maravilla de destino. Muchas Gracias por convencernos con esa pasión para partir pronto a ver las luces del norte.
Marcela! Gracias a ti por el comentario! Es bueno saber que el relato te ha gustado!!
Un abrazo y ojalá te animes pronto a conocer las hermosas luces del norte!
¡Qué bonito todo lo que expresas y cómo lo expresas!
Me alegra que te hayas dejado llevar para escribir este post me he sentido identificada en eso que primero iba a ser un post de una manera y luego se transformó en otro porque no era eso lo que salía de dentro :-)
Gracias Andrea!!
¡Abrazo!
Begoña! Gracias a ti por comentar! La verdad que pensaba escribir un post muy distinto y al final salió esto. A veces nos autocensuramos y dejamos cosas como esta de lado. Es bueno saber que gusta, así me dejaré llevar más.
Un abrazo! =)
Subrayo cada palabra y frase que has escrito, amiga mia.
Que bestialidad… que magia.. que maldita dulzura suya.
Un abrazote
Es una pasada Dani!! Una de esas cosas ante las que no puedes más que sentirte agradecido!
¡Que pasada Andrea!
De la manera en que lo describes le dan ganas a cualquiera de marcharse ahora mismo en busca de una aurora boreal.
La verdad, es una de las cosas que tenemos pendiente en nuestra lista de «cosas que queremos hacer». Leyendo tu post has conseguido que avance posiciones en la lista jejeje…
Gracias por compartir todo lo que has sentido ;)
Un abrazo!
Chicos! La verdad que las Auroras Boreales son una pasada, ellas y todo lo que implica ir a buscarlas.
Es una experiencia difícil de olvidar, por lo distinta y lo extrema (en temperaturas hablando). La verdad que no me extraña que esté en vuestra lista de cosas por hacer, es uno de esos momentos mágicos!
Gracias a vosotros por pasar!
Fuerte abrazo!