¿Estás pensando en viajar a la Isla del Sol? ¿Quieres saber cómo llegar?Si quieres saber qué ver y qué hacer en la Isla del Sol te cuento mi experiencia.
Isla del Sol. Simplemente no puede ser mejor. Se escuchan a mis espaldas las olas en la orilla. El agua se mueve levemente por fin. Ese azul que eclipsa. Ese azul que inunda la retina, que se clava en los ojos y permanece aunque los ojos vayan a parar al suelo terroso.
Caminando de un lado al otro de la Isla del Sol:
Tengo las piernas como flanes. Pesan en ellas los casi, o más, de 17km que hemos andado hoy a lo largo de la Isla del Sol. Entre subidas y bajadas, cerros que van quedando atrás. El azul a ambos lados. Los picos nevados al fondo a la izquierda, que ante la vista vienen y van, jugando a esconderse entre el paisaje.
Mesa para los antiguos rituales
La respiración se entrecorta a ratos y entonces una piensa que tiene que dejar de fumar, pero seguimos andando. Pasamos de una comunidad a otra y seguimos andando. Hace sol y calienta, pero también, en las pequeñas cimas, pega un viento que a ratos eriza la piel. Bajamos un poco, se ve una playa. El agua en las orillas cambia de color, transparentando el fondo, que es de ese azul más claro, entre amarillento, con un toque verdoso. Hay algunas casitas desperdigadas alrededor.
Volvemos a ascender entre pequeños tragos de agua y algún rápido descanso. Por fin ante nosotros el cartel de entrada (y cobro) de la zona sur de la isla del Sol. Mucho más empinada que la norte, más poblada, más turística, repleta de pequeños carteles de madera que ofrecen pizzas, trucha, espaguetis, milanesa, desayunos (y algunos hasta breakfast) americano y continental.
Después de subir bajamos. El puerto se ve al fin a lo lejos. Abajo, muy abajo, demasiado abajo. Tanto que yo decido que prefiero regresar andando de nuevo unos cuantos kilómetros a dejarme las rodillas por esas bajadas de piedras con un tráfico de burros constante.
No parece haber consenso. Unas emprenden el camino de bajada mientras otras permanecemos sentadas invocando las trucha que nos vamos a comer y la cerveza fría que calme nuestra sed. Finalmente gana el segundo plan y buscamos restaurante. En casi ninguno queda nada, pero el resultado final no está mal. Una mesa sencilla pero a la vez increíble al borde en las alturas de ese impresionante azul brillante que nos regala el Titicaca.
Así de bien comimos. Uno de los lugares más hermosos con trucha a un precio módico.
El regreso a Challapampa:
Con el estómago lleno y el corazón de nuevo contento emprendemos regreso. Desandamos por un tramo el camino para cambiar un poco el paisaje. Cambiamos de ladera y en la ruta aparecen algunos árboles. La sombra lo llena ya todo. Cruzamos por medio de una de las comunidades.
Las mujeres, con sus faldas de colores, se ven a lo lejos, recogiendo los frutos de la tierra. En las “calles” del pueblo el tráfico de burros continúa. Los niños me saludan. Después de subir calles arriba empezamos a bajar, hasta llegar por fin a la playa, donde una vaca, en la orilla, se niega a obedecer los llamados de su dueña que la manda volver.
Cuando llego a la orilla, los chicos negocian con un barquero un buen precio para que nos lleve de nuevo a Challapampa. La luz empieza ya a languidecer y las piernas están cansadas, así que finalmente vemos ponerse el sol desde la barca, navegando suavemente por las aguas naranjas del lago Titicaca.
En el bote viene también “la panadera”, vive en la Paz y viene dos veces por semana a la Isla del Sol para vender pan. a la isla y también a Copacabana. La ayudamos a bajar en el embarcadero y la buscamos apenas minutos más tarde para comprarle pan, sin éxito.
Ahora es temprano pero tarde para nuestros pies cansados. Hace frío y el viento me azota suavemente en la cara y en esta mano que escribe. Las pequeñas olas siguen oyéndose al fondo, el viento las forma. La luna está sobre mi cabeza, a apenas tres días de estar llena y de festejar su fiesta en la isla que, románticamente, lleva su nombre.
Mañana nos vamos a Puno, acercándonos a las Islas Flotantes. Ayer recogimos un integrante más a este grupo que hemos formado cuatro francesas y yo. Se llama Mattie, también es francés y viaja por Sudamérica en moto. Con la tontería voy a engrasar “un poco” mi oxidadísimo francés.
ℹ︎ Qué ver y qué hacer en la Isla del Sol:
▸ La parte norte de la isla del Sol es la más bonita. También está más lejos, pero aún así merece la pena.
▸ El camino del Inca, que una la parte norte de la parte sur de la isla, es muy bonito. Se tardan aproximadamente tres horas en recorrerlo (unos 11km de subidas y bajadas), por su parte más popular. Algunos de los terrenos más altos de la isla ofrecen impresionantes vistas.
Para regresar por el otro camino y hacer un circulo, se tardan unas dos horas. Si pesa el cansancio se puede volver en barco.
▸ Según se hace el camino del Inca se pasa por distintas comunidades, a las que hay que pagar entrada. Aproximadamente 30BOB recorrerte toda la isla.
Cómo llegar a la Isla del Sol:
▸ El bote desde Copacabana a la parte norte de la Isla del Sol cuesta 25BOB, pero se puede llegar a encontrar si se busca bien hasta en 10BOB. (abril 2015)
▸ Para llegar a Copacabana desde la Paz salen pequeños microbuses al lado del cementerio. El trayecto de casi 4h entre la Paz y Copacabana nos salió en 15BOB.
7 comentarios en «Isla del Sol | Un remanso azul celeste»
Hola, tengo pensado ir en mayo 2022, la verdad no sé muy bien a que parte de la Isla del Sol.
Si alguien me informa un poquito, estaría agradecido. Creo que ha de ser un lugar mágico y con mucha historia.
Saludos
Hola Juanjo,
la isla del Sol no es tan grande así que puedes recorrerla entera ya sea moviéndote en bote o caminando.
¡Abrazo!
Hola, tengo pensado ir en mayo, la verdad no sé muy bien a que parte de la Isla del Sol.
Si alguien me informa un poquito, estaría agradecido. Creo que ha de ser un lugar mágico y con mucha historia.
Gracias Lola :)
hermosos relatos Andrea,estoy por salir en 15 dias y me emociono al leerte.gracias
Que bueno que leerme te emociona Marisa. Mucha suerte en tu viaje! Abrazote!
Que bonitas imagenes, como uno disfruta y se embelesa con esa fuente de palabras armonizada. C´est magnifique. Il est parfait.