Ciudadanos del mundo

Hace días encontré un artículo de un blog de viajes acerca de esto de ser ciudadanos del mundo. No recuerdo dónde lo encontré, aunque lo he buscado, para linkearlo, pero no ha habido manera. Supongo que lo vi haciendo scroll en Facebook, pero por más que he buscado no soy capaz de encontrarlo de nuevo.

El artículo hablaba de eso de ser «ciudadanos del mundo«. Eso que nos suena muy poético a todos los estadounidenses, europeos y por qué no, chilenos y hasta argentinos, que viajamos por el mundo, o no, y que nos creemos ciudadanos del mundo. Nosotros que con nuestros pasaportes, tenemos la libertad de, efectivamente, recorrer casi todos los países de este mundo, algunos con visa, otros no.

Para nosotros, es fácil ser ciudadanos del mundo. Decir en nuestro rollo hippie que nosotros no creemos en banderas, ni en políticas, ni siquiera en el concepto de país, pues en este mundo no deberían de existir las fronteras. Y sí, es fácil, es fácil para todos los que somos del primer mundo, hasta para los países más avanzados del segundo.

Para nosotros sí, para nosotros es muy fácil alzar la bandera de la paz y decir en nuestra onda hippie, que somos ciudadanos del mundo. Recuerdo que ese artículo me hizo reflexionar acerca de una escena que ocurrió hace años atrás, entre mis amigos. Yo no estaba presente, pero es una de esas anécdotas que se instalan entre las historias preferidas de tu grupo de amigos.

En la escena, mi amigo, un chico sevillano, se encontraba con otro de mis amigos más íntimos: Edi, un paraguayo. Se encontraban en las calles de Llanes, un sábado noche cualquiera y, por alguno de esos azares de la vida, la conversación iniciaba entre esas dos personas que son ahora mis mejores amigos. Edi, el paraguayo, le preguntaba a mi amigo el sevillano que él de donde era, pues tenía un acento extraño. El sevillano respondía en aquel entonces: «¿yo?, yo soy ciudadano del mundo

Esa frase marcaría el inicio de una amistad a la que me sumé y que aún hoy continúa, muchos años después de aquella escena que ocurrió en el pequeño pueblo llanisco que me voy crecer. A Edi, que alguien en el a veces cerrado Llanes, con su orgullo asturiano, le dijera que era ciudadano del mundo, le pareció un signo de apertura, de libertad. De que aquella persona que decía ser ciudadano del mundo estaba hecho de otra pasta.

Hoy, años después reflexiono sobre esa frase que por aquel entonces a mí también me pareció genial (por suerte mejoramos en comprensión y madurez con los años, o eso quiero creer). Entonces no pensé lo que pienso ahora. Que, para mi amigo sevillano, era muy sencillo decir que era ciudadano del mundo, pues él, como español y por tanto como europeo, es efectivamente uno de esos ciudadanos del mundo.

¿De verdad somos ciudadanos del mundo?


Un europeo puede viajar a lo largo de toda la zona Schengen llevando la identificación oficial de su país, en mi caso el DNI. No existe ningún control para nosotros ni formalidad a la hora de cruzar las fronteras dentro de la zona, ni siquiera el pasaporte es necesario.

Fuera de la zona Schengen, un europeo puede viajar a la mayoría de países del mundo solo con su pasaporte y la condición de un vuelo o autobús con fecha de regreso, es raro que te pidan que demuestres tus medios económicos o cualquier otra cosa más allá de un vuelo de vuelta y una dirección a la que llegarás.

En la mayoría de países nos permiten estar hasta tres meses por turismo, en algunos, como México, hasta seis. Hay países que nos piden un pequeño tramite (los que están por encima) que, aunque a nivel de calle se entiende como visa, no lo es. Es el caso de Estados Unidos que nos pide el ESTA o Australia, que pide el evisitors, pero estas visas se consiguen con un sencillo trámite que incluso se puede hacer online y que no suele tener un coste superior a 20 dólares.


ciudadanos del mundo-espagna

Wilkipedia me dice que, como española, puedo entrar a 172 países sin necesidad de visado. Tengo el tercer pasaporte  con mayores ventajas de este mundo. En cambio, un colombiano, podría entrar a 107 países sin necesidad de visado. Eso son 65 países menos. Digamos, entonces, a nivel práctico, los colombianos son un poco menos ciudadanos del mundo que los europeos, exactamente 65 países menos (aunque por lo visto se llevan mejor con Rusia).

ciudadanos del mundo-Colombian_citizens-map

Parece que entonces, eso de ser ciudadanos del mundo no es una cuestión de ideología, tampoco de decisión, mucho menos parece ser un derecho. Ser uno de esos ciudadanos del mundo es una suerte (y voy a decirlo así porque al menos suena más bonito) para aquellos que hemos nacido en el primer mundo.

Aquellos que, no por elección, ni por tener más derecho que otros desde el nacimiento, sino por puro azar tuvimos la suerte de nacer en un estado fuerte, bajo la «protección» de una de esas banderas que casi cualquier «ciudadano del mundo» puede reconocer. Porque todos sabemos cómo es la bandera de Estados Unidos, pero ¿quién sabría siquiera nombrar los colores de la bandera de Zambia, por ejemplo?.

Y todo esto viene porque sí, hace tiempo leí ese artículo e hice esta reflexión. Me quedé con ella y la dejé ahí, al fin y al cabo, yo sí soy una de esas ciudadanas del mundo, al fin y al cabo a mí me dejaron entrar sin problemas a todos los países que deseé a lo largo de mi viaje sin ningún problema. Hice la reflexión, sí, la tuve en cuenta, también, pero se quedó ahí sin ninguna repercusión más sobre mi cotidianidad. Al final es como todo, no te toca tan de cerca (lo digo con ironía y a la vez sinceridad).

Pero hoy me ha tocado de cerca. Ayer debería haber llegado al aeropuerto de Bilbao Evelyn, la novia de mi amigo Edi. Llegaba a Bilbao con Ale, su hijo de cinco años. Pero Evelyn y Ale no llegaron, de hecho, ahora, mientras escribo un día después, siguen sin haber llegado. Están en Francia, retenidos por la policía migratoria en un hotel de París. Ambos dos, madre e hijo, tenían todo en regla. Llevaban sus pasaportes paraguayos, el vuelo de ida y el vuelo de vuelta para 9 días más tarde. Llevaban también la reserva pagada y confirmada para tres días en un hotel. Dos días más reservados. Llevaban en efectivo el dinero necesario que te exige España por cada día que vas a estar en territorio español. Cumplían las reglas.

Control a la llegada a París, la entrada a Europa en su viaje, escala antes de volar a Bilbao y así entrar a España. De pronto los apartan de la cola. A Evelyn le revisan las maletas, le hacen desnudarse y pasar por rayos equis. Los tienen en una sala durante siete horas en el aeropuerto. Ale, que es aún un niño, ni siquiera entiende lo que pasa. Sabe que tiene hambre, aunque la policía tampoco se preocupa por el hecho de que lleven siete horas sin poder salir a comer encerrados en una habitación. Tampoco les importa tomar Caca-Cola delante de ese mismo niño de cinco años.

El avión a Bilbao parte sin ellos. Mi amigo Edy y su hermana están esperando en el aeropuerto. Esperan aún hasta el siguiente vuelo cuatro horas más tarde, pero Evelyn y Ale continúan en ese cuarto encerrados. La policía francesa se ha quedado con sus pasaportes y sus vuelos.
A la noche los llevan a un hotel, en él hay policia y de él no se puede salir. A Evelyn le dan una tarjeta para llamadas telefónicas, ella no habla francés.

Edi me llama en la noche, me cuenta, me explica. Yo me pongo manos a la obra. Pido ayuda a mis abuelos y esta mañana nos ponemos en marcha. A pesar de tener los requisitos necesarios en regla, la policía francesa les pide además una carta de invitación (a pesar de que ésta no es obligatoria si tienes reservado alojamiento).

Mi abuela, que tiene 84 años, se pone a buscar las escrituras de la casa, que deben de estar por alguna de las carpetas llenas de miles de papeles que hay en distintos armarios de la casa. Buscamos, pero no las encontramos. Llamo a Policia Nacional, por suerte la chica es simpática y trata de hacérmelo fácil. Buscamos el Ivi, encontramos el contrato de gas, mi abuela hace una carta manuscrita autorizándome a invitar a Evelyn y Ale a su casa, que es en la que yo estoy empadronada. Me voy a la policía, entrego los papeles.

La hermana de Edi probaba suerte con la carta de invitación en la policía de Gijón: comisario ausente, que vuelva mañana. Yo tengo más suerte y la policia se mueve anulando la carta inconclusa de Gijón y haciéndome unas nuevas, para que como ella misma dice, ese niño no esté ahí retenido una noche más. Hacemos malabares y conseguimos hacer las dos cartas de invitación antes de que termine el horario de oficina. Edi y yo las mandamos por fax a la policia migratoria del aeropuerto de París desde un locutorio a la mayor brevedad. Yo llamo al aeropuerto para tratar de confirmar si han llegado.

La señora que me atiende al teléfono habla francés y solo francés. Le pregunto, en mi mal francés, si no habla inglés o español y me contesta que no, que solo francés. Con mi oxidadisisisimo francés, trato de hacerme entender. Le explico que acabo de mandar las cartas de invitación, que quiero saber si las han recibido y también cuándo Evelyn y Ale van a poder por fin volar a Bilbao para ir a recogerlos al aeropuerto, pues tienen todo en regla. La señora, me habla francés a un ritmo frenetico y por mucho que le pido que hable «plus lentement» porque «je ne compgri», ella sigue hablando a toda velocidad. Consigo entender que ahora revisarán las cartas y comprobarán si esta todo ok. Que en caso contrario les enviarán de regreso a San Paulo y que eso, toca esperar. Le digo «megsi» y cuelgo el teléfono.

Las cartas las envié a las 14:00. Son las 22.50 y Evelyn y Ale continúan en el hotel. He hablado con Evelyn por teléfono, me dice que le tratan como a delincuente. Ale, le dice a su madre que todo parece un sueño. Que si no lo es. Que él quiere volver a Paraguay, que mejor vaya allí papá, porque él ya no quiere conocer España. Y no me extraña, no me extraña que se pregunte si es un sueño, que a sus cinco años, se le hayan quitado las ganas de venir y prefiera regresar a Paraguay.

ciudadanos del mundoEn Paraguay, a media mañana tomando tereré. 

Yo cuando entré a Paraguay nadie en la frontera me puso ningún problema. Hasta me regalaron una sonrisa. Evelyn no tuvo que pagar 80€ para poder invitarme a su casa, a conocer su tierra y su familia. A mi nadie me mantuvo retenida, nadie me revisó, nadie me desnudó, nadie me trató como delincuente y si en algún momento sentí estar en un sueño, fue en uno alegre.

Evelyn y Ale me abrieron las puertas no solo de su casa, sino también de su país, cuando fui a visitarlos. Me enseñaron sus costumbres y sus tradiciones, me trataron con toda la hospitalidad, haciéndome sentir una más de la familia. Y no solo ella, el resto del barrio. La gente me reconocía y me saludaba, fui invitada por el resto de sus amigos, me invitaron a cerveza y asados y todos me abrían las puertas de sus casas, por si ya estaba aburrida donde Evelyn y quería cambiar por unos días de lugar.

IMG_5645Sus amigos se volvieron mis amigos y estaban encantados de llevarme a conocer, invitarme a comer o compartir conmigo. 

En Paraguay me acogieron con los brazos abiertos, como conté en esa carta que tuve que escribir para ser capaz de despedirme de Capiatá, donde Evelyn y Ale me abrieron su casa. En esa entrada sale algunas de las fotos que pude tomarles en los días que compartimos, en los que a veces por la mañana le daba el desayuno a Ale.

Cuando estuve allí, les dije que estaban siempre invitadísimos a mi casa, que siempre serían bienvenidos, pues estaba muy agradecida con su hospitalidad y el afecto con el que me trataron en todo momento, preocupados siempre por que estuviera a gusto y conociera lo mejor que tenían para enseñar. Les dije que mi casa sería su casa, si venían a visitarme.

Y ayer vinieron, vinieron por fin a España, solo que aún no han llegado, siguen retenidos en Francia. Ella, una chica de mi edad. Él, solo un niño de cinco años. Parece que mi casa nunca será su casa. Parece que para invitar a una amiga, tengo que pagar 80€ de tasas por invitarla a mi casa.

Y como no, cómo no sentirme cabreada, ahora que me toca de cerca, que he pasado la mañana en la policía y ahora mismo sigo con la incertidumbre de si llegaran mañana a Bilbao o no. Y solo quería contar esto, porque no, no todos somos igual de ciudadanos del mundo, unos lo somos más que otros, solo por el color de nuestro pasaporte y el sello que guarda adentro.

No, no todos somos ciudadanos del mundo, no todos tenemos la misma libertad a la hora de viajar. No, para todos no es tan sencillo. Ser ciudadano del mundo no es cuestión de ideología, ni de derechos, es cuestión de la capacidad económica y política del país en el que nos tocó nacer. 

Información útil:


* Si tienes pensado viajar a España próximamente desde un país que no pertenece a la Unión Europea, infórmate con antelación de los requisitos para la entrada en la página de Extranjería del Ministerio del Interior.
* Para informarte de los trámites a realizar para conseguir una carta de invitación, entra aquí.
* Aniko escribió un post muy bueno sobre cuestiones burocráticas a la hora de viajar como visas, permisos, etc en su blog Viajando por ahí: Cuestiones pre-viaje: visas, pasaporte, pasajes de salida, tiempo de estadía y algunos consejos prácticos.

¿Has tenido problemas alguna vez a la hora de cruzar una frontera? ¿Qué piensas sobre ser ciudadanos del mundo? Cuéntame tus experiencias y opiniones en los comentarios! Y ya sabes, comparte si te ha gustado =)

SI TE HA GUSTADO ¡COMPARTE!

Andre400
¡HOLA! SOY ANDREA BERGARECHE

Desde hace más de 5 años vivo viajando y ayudando a mujeres como tú y como yo a ser más libres, fuertes e independientes.

14 comentarios en «Ciudadanos del mundo»

  1. Hola Andrea !!

    Confieso que acabo de descubrir tu blog y llevo horas enganchadìsima a èl. Me parece fantastica cada una de tus relatos acerca de experiencias en viaje y anècdotas, en algunos casos no salgo de mi asombro a pesar de haber viajado y conocido, cuando crees que ya lo sabes y lo has visto todo, zas !!! algo nuevamente te mueve y te remueve, como este artìculo, noes la primera vez que escucho algo asì, pero si es la primera que tengo acceso a conocer en detalle, què y como lo vive la persona que llega con tanta ilusiòn y es tratadade forma tan denigrante.
    Pasè mucho tiempo de mi vida en Paraguay, aùn conservo amigas del colegio, coincido contigo en lo maravillosa que es su gente ydesde luego ni ellos ni nadie, merece un trato asì.

    En la actualidad resido en Perù con toda su magia y contrastes, màs alla de lo comercial, ùltimamente he descubierto un lugae alejado de lo comercial, que me ha enamorado, te dejo el link del lugar por si te animas a venir.

    Gracias por un blog tan increìble !!

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  2. Muy interesante artículo sobre las desigualdades por nacimiento. A veces no somos conscientes de que naciendo en el primer mundo ya tienes de base un enorme privilegio, ya no sólo por raza (otro de los privilegios, ser blanco, rubio…), sino por el hecho de tener pasaporte europeo. Yo he viajado por el mundo sin mayor problema que una ETA o un Evisitor, a veces me han preguntado dónde iba a alojarme, otras veces ni tan siquiera eso. Una sonrisa, el sello del pasaporte y buena estancia.
    Lo que le ocurrió a tu amiga Evelyn ocurre todos los días, e incluso peor si has tenido la mala suerte de nacer en según qué países. Es cierto «somos ciudadanos del mundo», pero algunos podemos ejercer y a otros se les cierran todas las puertas.
    Ya te sigo hace tiempo Andrea, gracias por tus excelentes artículos.
    Un abrazo
    Marisol Torres

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  3. Days 4 your travel es una iniciativa de blog colaborativo, donde los viajeros o no tan viajeros tienen la posibilidad de contar su aventura de un día en cualquier destino, con la intención de inspirar a otros a viajar ya que solo necesitan un día para vivir una gran aventura.

    Tu blog y esta historia nos parece muy interesante y nos gustaría poder compartir este artículo en nuestra sección de consejos, agradeceríamos tu aprobación para poder hacerlo, obviamente con el debido crédito.

    De antemano muchas gracias y esperamos que tengas un muy buen #Day4You

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  4. Hola! Me pasó en Londres que me preguntaran más de la cuenta y me hicieran mostrar el dinero que llevaba y los pasajes por un error mío en realidad, ya que me quedaba en casa de un amigo y no tenía carta invitación ni sabía su dirección, y si bien finalmente me dejaron ingresar, no es nada lindo. Sobre todo me pasaba por la mente que me sellaran el pasaporte como deportado. Era una condena a no poder viajar a europa por años. Pensé en un momento en decirle al oficial que si no quería dejarme entrar a UK al menos me dejara ir a comprarme un boleto de avión para otra parte y seguir con mi viaje. Lamento lo que le pasó a tu amiga y su niño. Muy bueno el artículo, y por fuera de lo que pueda suceder en las fronteras, las veces que he visitado España me he sentido en casa. Me encanta tu país y tu gente y ningún oficial de migraciones va a lograr que deje de gustarme. Abrazo, me quedo recorriendo tu blog que no lo conocía.

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  5. Pingback: Todo lo que Mafalda te enseña sobre viajar (y la vida) • Nuestro Avión
  6. Que decir, solo me causa tristeza. Nunca ha sido verdad que todos seamos iguales, aunque en el primer mundo lo seamos un poco mas.»Comparados con el tercer mundo», mucho mas iguales. Pero hasta aquí, entre nosotros, la desigualdad día a día se hace mas dueña de la realidad, poco a poco, casi sin sentir, vamos perdiendo lo que tanto trabajo costó ganar, todo aquello que ya creíamos nuestro y de nuestros hijos. Solo me produce tristeza. Otro sentimiento, mejor no pensar.

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    • La verdad que es duro Arenaysal, pero también hace ver como todos vamos construyendo nuestra tribu, o rde, llámalo como prefieras y dentro de ella, siempre hay quien está dispuesto a echarte un cable. Hay que tratar de construir esa red lo más extensa, para que esos valores que creíamos ganaros, perduren al menos entre nuestros lazos y estos se expandan cada día más.
      Un abrazo!

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  7. Hola Andrea, excelente Post, eso de ser un ciudadano del mundo siento que se ha vuelto un concepto más bien idealizado que real, porque es cierto, depende del color de tu pasaporte y procedencia, el tipo de bienvenida que te brinden en determinados lugares, se puede ser del primer mundo, pero si no te comportas como tal con tus visitantes, entonces es cuestionable la superioridad con la que se catalogan a algunos países poniéndolos por encima de otros. Yo no he tenido la oportunidad de ir a España, de hecho no he salido del continente americano, pero el recorrido que he hecho por estas nuevas tierras ha sido siempre muy especial, donde sea que me encuentre la gente me hace sentir como en casa, y eso es lo lindo de ir a un lugar: o no querer irte o querer siempre regresar, el único mar que conozco es el Caribe con sus extendidas islas y playas, y el calor del clima es tan similar al calor de su gente, así que si estás donde quieres estar y te mueves a donde te quieres mover, tal vez no seas una ciudadana del mundo, pero si una feliz viajera de la vida.
    Un gran abrazo!!!!

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    • Eliana!
      En primer lugar bienvenida, gracias por pasar y contribuir con tu comentario. Coincido en que lo de ciudadanos del mundo se ha vuelto un concepto de moda que está más bien idealizado. Como bien digo en el post, me parece superficial afirmar el hecho de que somos o no somos ciudadanos del mundo cuando en realidad según donde hayas nacido eres más o menos ciudadano del mundo.
      Como dices, es bueno fijarse en como un pueblo trata y recibe a sus visitantes dependiendo del color de su pasaporte. Por suerte, yo me sentí muy bien recibida en América quien me ha abrazado largo y tendido durante algunos años y donde espero volver, pues ahí tengo mi segunda casa y mi segunda familia. Y sí, el Caribe es un placer.
      Y como dices, al final lo importante es ser una feliz viajera te muevas por donde te muevas!!

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  8. Buenas,
    Estoy totalmente de acuerdo con lo que has escrito, hace sólo unos días vi una entrevista a Ricardo Darín en la cual decía ¨La geografía es perversa¨. Esta frase se me quedo grabada en mi pensamiento y hoy ha vuelto a mi tras leer esta entrada.
    Quizás no todo al completo depende de en donde nacemos, pero si repercute durante toda nuestra vida.
    Yo soy colombiana de nacimiento y llevo la gran parte de mi corta vida (20 años) viviendo en España.
    Esto viene a cuento para contar que cuando yo tenía unos 15 años, mi padre estaba haciendo los tramites para que me dieran la nacionalidad española. En ese momento yo, adolescente rebelde que ponía en discusión todo, no quería nacionalizarme. Yo quería seguir siendo sólo colombiana.
    En ese momento el argumento que mis padres me dieron fue que con el pasaporte español podía viajar por muchos más países, mientras que viajando con mi pasaporte colombiano se reducían como bien has dicho mis posibilidades, además de que los de aduanas te miran ya de forma sospechosa.
    Al final en contra de mi voluntad obtuve mi nacionalidad española y hoy en día me alegro mucho de tenerla. Por desgracia mis padres tenían razón.
    Otra cosa que recuerdo de ese momento de discusiones sobre nacionalidad, es que yo tengo la suerte de poder tener mi doble nacionalidad. Porque en otros países directamente te hacen renunciar a la otra que tenías.

    Da mucho que pensar.

    Responder
    • Hola Yury,
      la verdad que sí, «la geografía es perversa». Leo tu comentario y te imagino fácilmente con 15 años, con esa rebeldía adolescente que nos hace creer que podemos comernos el mundo. Te imagino defendiendo tu procedencia y sin entender por qué habías de adoptar también la española. Como dices, es una suerte que hoy puedas tener la doble nacionalidad, pues al final, un pasaporte español te da como bien te decían tus padres, más posibilidades de viajar. Es una pena que sea así, pero es la realidad.
      Al menos, quería aportar mi granito de arena, para concientizar sobre cómo la geografía es perversa y sobre como no todos tenemos los mismos derechos a ser ciudadanos del mundo. Quería, justo eso, dar que pensar, a todos los que piensan que ser ciudadano del mundo es un derecho, cuando para muchos ciudadanos de este mundo, no lo es.
      Te mando un abrazo Yuri! Gracias por contar tu experiencia.
      Andrea

      Responder
  9. Es todo muy muy random. Muy mala suerte para Evelyn; seguro si llegaba un día antes o si le tocaba otro policía de aduanas, pasaba sin problemas. En las fronteras, si te quieren cagar… te cagan.
    Es demasiado cierto lo que dices, esta fucking doble moral de que somos todos lo mismo siempre y cuando no me rompas las pelotas.
    Yo no tengo pasaporte Europeo, amo Europa. Estuve 1 año la primera vez xq pude hacer un voluntariado en Rumania. Pero ahora que volví me he estado moviendo fuera y dentro de la zona schengen…a mi me encanta moverme, soy nómada hace 3 años, pero si yo elijo hacerlo. Ahora hace 1 y medio estoy quieto en el sur de Italia y debo salir a fines de diciembre si no, quedo ilegal…es horrible no poder estar dónde quieras estar.
    En fin, que lindo descubri tu blog…ahí ya me suscribí.

    Abrazo viajera !!!

    Responder
    • Nicolas, muchas gracias por tu comentario. Como bien dices, es todo muy muy random, un policía distinto en aduanas, el mar humor con el que se despertó o no el policía en la mañana… Variables absurdas que al final determinan la entrada o no a un país, lo que no debería funcionar así.
      Luego, como bien dices también, es triste que uno no pueda estar donde quiera estar. Pero claro, la gente del primer mundo no deja de defender a capa y espada los privilegios de los que disponen por haber nacido dentro de esas fronteras económicas y políticas. Si todos estuviéramos donde quisiéramos estar, serían muchos los que llegarían en busca de una vida mejor y como está claro que este nivel de vida del que se dispone aquí no alcanza para todos, las barreras se alzan férreas.
      Es triste no poder estar donde quieres estar, es triste no poder estar con la gente en la que quieres en tu propio país. Al final uno se da cuenta de que no somos libres, ni siquiera el amor es libre, todo es una maldita burocracia.
      Espero que aunque tengas que salir en diciembre, vuelvas.
      Te mando un abrazo y eres siempre bienvenido Nicolas, es un placer encontrarte por aquí.
      Un abrazo,
      Andrea

      Responder

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