10 reflexiones tras 5 meses viajando sola

Se viene un post que es en parte reflexión y en parte catarsis. Hoy 12 de julio, a tres días de mi veinticuatroavo cumpleaños, cumplo 5 meses viajando sola. 5 meses en ruta en los que ha habido de todo, 5meses viajando sola de los que necesito hacer balance a pesar de saber que aún me queda mucho por delante.

El último mes de ruta viajando sola ha sido complicado, ha sido un desafío a mí misma. Una prueba a mi actitud y mi perseverancia, a mis ganas de seguir. Es por eso que hoy, cinco meses después de salir, escribo este post para poner en orden todas las experiencias y emociones, todo lo que he aprendido llegando hasta aquí. Se viene un post muy personal, se viene una limpieza. Se viene un marcar ese cinco, para poder continuar el año nuevo limpia de todo lo que hay que dejar atrás. Se viene la revolución solar y por eso hay que soltar.

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5 meses viajando sola


No se si en algún momento me planteé llegar hasta aquí. Creo que no. Creo que no era ésta la idea cuando salí, cuando agarré ese vuelo que me alejaba de lo que había sido mi vida hasta entonces, ese vuelo que me ha traído hasta Ecuador actualmente. Cuando me fui solo quería eso, irme. De alguna forma era una huida. Necesitaba irme, necesitaba escapar, necesitaba huir de todo eso que poco a poco me estaba ahogando, axfisiando. Ese lugar que no era el mío, esa relación que hace tiempo había perdido el sentido. Por eso agarré ese vuelo sin pensar demasiado en las consecuencias de ese paso.

Recuerdo una tarde, sola, en la que fue mi casa por algunos meses, llorando después del temporal y soñando con ver las estrellas que empezaban a salir, desde otros lugares, desde desiertos que aún no conocía, desde otros cielos, otros mares. Recuerdo ese momento, recuerdo esa necesidad imperante de salir corriendo, de salir de ahí y dejar finalmente atrás todos esos miedos y rencores que me estaban carcomiendo.

Recuerdo como conseguí el vuelo sin ninguna premeditación, sin ningún plan concreto. Solo quería irme, correr lejos, huir de todo eso que me estaba haciendo día a día más pequeña. Recuerdo el miedo cuando ya tenía el boleto. Recuerdo como traté de aferrarme, como busqué una razón, cualquiera, para permanecer.

Como poco a poco todo se fue dando y fue ganando fuerza, haciéndome sentir mejor día a día incluso antes de salir. Recuerdo la despedida, la tristeza. El saber que dejaba atrás algo a donde nunca jamás podría regresar. Recuerdo lo duro que fue recoger mis cosas, hacer las maletas, vaciar esa casa de mí, de mis recuerdos, empacar todo en una mochila, despidiéndome de todo a cada momento, tratando de retenerlo en mi memoria, hasta el último segundo, hasta las últimas palabras, dando peso a los objetos.

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Recuerdo el momento en que me fui de Cancún, el momento en que tomé ese vuelo, con las marionetas listas sobre mi maleta. Recuerdo entonces que me sentía bien, que algo me decía que todo sería mejor hacia delante, que se iría la angustia, que se irían los miedos y que el camino me iría brindando poco a poco todo lo que necesitase para poder volver a encontrarme, para volver a ser la Andrea que pugnaba por salir y yo había estado escondiendo.

No sabía nada. No sabía por cuanto tiempo me iría, no sabía cuál sería la ruta. Sabía que llegaba a Buenos Aires, donde me esperaría Marina. Sabía también que quería ir a Paraguay, a reencontrarme con Edi por fin después de tres largos años. Sabía también que quería ver a Gerard y Judit al otro lado del charco, pero más allá de eso no había planes. Había pasado horas leyendo la guía de Sudamérica para mochileros, soñando con lugares nuevos, trazando rutas. Pero en realidad no había plan, no había tiempos, no había nada más, solo esa imperante necesidad de salir a viajar sola, de salir.

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Aún en Cancún investigando todo antes de partir.

Reflexiones tras 5 meses viajando sola


Han pasado cinco meses desde entonces. Cinco cortos y largos meses al mismo tiempo. Cinco meses llenos de idas y venidas. De lágrimas y de sonrisas. De lugares que nunca imaginé, de gente de todo tipo. De momentos maravillosos y ratos en que deseé morir. Ratos en los que no fui capaz de dejar ir y me aferré aún a un pasado imposible que hace mucho que se que no tiene vuelta atrás, pero al que aún así me quise asir.

En estos cinco meses viajando sola han pasado y he aprendido muchas cosas. Quiero y necesito hacer una pequeña recopilación que hoy, en mi día aniversario, a tres días de mi cumpleaños, les comparto:

1. He conocido lugares que ni siquiera sabía que existían:


He aprendido de geografía más que con cualquier libro. También de historia y de política. He descubierto que no hay mejor forma de aprender que de la mano de la gente local. Preguntar, interesarse por sus historias y opiniones para tratar de entender un poco mejor la cultura y no pasar por el lugar como un mero turista en busca de la foto para el álbum de recuerdos.

He aprendido de la política de Argentina, de Bolivia, de Perú, de Paraguay, de Ecuador. He aprendido de su historia, he transitado su geografía, experimentándola por mí misma, sintiendo la tierra bajo mis pies. He podido compartir momentos gratos con todo tipo de gente, desde la más popular hasta la más rica, entendiendo la historia desde muchos y distintos puntos de vista. He aprendido que no hay una única y definitiva historia, que ésta depende siempre del ojo que la mira. Que nada es inamovible y que no hay una verdad absoluta. Que de todo se aprende y que conocer un lugar no es solo pasar por él, sino tomarse el tiempo para escuchar y conocer.

2. Viajando sola he conocido nuevas facetas de mí misma:


He probado mi fuerza, mi aguante ante cualquier tipo de situación. Viajando sola me he conocido a mí misma bajo muchos tipos de circunstancias distintas, algunas que jamás imaginé. A ratos ha salido la niña que hay en mí, a ratos la guerrera, la madre o la abuela. La hippy, la chica de ciudad, la mochilera, la que teme y desespera, la que ríe sin poder parar, la que canta en mitad de las montañas, la que ríe en el mar, la que llora en una habitación desconocida, la que ama, la que se despreocupa, la que sale cualquier noche a ligar, la amiga, la perdida. Todos esos otros yo, algunos que casi había olvidado, otros que desconocía y hasta todos aquellos que me desesperan.

He descubierto que puedo sola, pero que el humano es también un animal social y que no hay nada mejor que poder compartir con el otro. Que uno necesita siempre un equilibrio entre sus ratos de soledad y compartir con los demás. Que viajando sola se está bien, que sola una puede ser como se le antoje sin que nadie te juzgue y te diga si lo haces bien o mal. La única opinión que importa es la tuya, tú eres tu único juez, solo tú tienes la responsabilidad de ser como quieres ser. Nacemos y morimos solos, pero conocemos un montón de gente en el camino, con la que debemos aprender a compartir y sacar lo mejor de nosotros mismos sin miedo a ser juzgados, porque nadie tiene la verdad, porque la verdad es solo un concepto pautado.

Sentirse en paz con uno mismo es lo único importante, solo así podrás estar en paz con el mundo y con los demás.

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Y sí, sí puedo subir montañas de 3000 metros. 

3. He descubierto que siempre hay una casa, una cobija, una comida caliente y un amigo en cualquier sitio:


Alguien dispuesto a echarte una mano y eso ha sido algo muy lindo. Gente que no conoces de nada y que aún así está dispuesta a abrirte las puertas de su casa y ofrecerte un plato caliente, unas palabras de ánimo o un lugar donde dormir. Que no estamos solos, aunque a veces queramos estarlo. Que no importa la cultura ni el lugar de procedencia, todos somos humanos y compartimos los mismos miedos y alegrías. Que siempre hay alguien cuando lo necesitas, que todo pasa por algo. Que siempre aparece la persona indicada cuando la necesitas, tanto para bien como para mal, que de todo se aprende si eres capaz de escuchar y observar, de poner en duda tus propias ideas. Que siempre hay un amigo esperándote en cualquier lugar.

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Ella es Miriam. Una señora que me vio sola con las mochilas llegando de noche a Tafi del Valle y sin pensárselo dos veces, me invitó a dormir a su casa. Tres días después, cuando finalmente me fui, ella me despidió con un abrazo grande y lágrimas en los ojos. Simplemente sobrecogedor.

4. He aprendido también que la ruta (y la vida) te devuelve lo que das:


Cuando viajas sola y sales a la ruta con la mejor de las energías, no importa que todas las condiciones estén en contra, la ruta te cuidará y protegerá, la ruta te devuelve la energía que tu le das. Lo mismo pasa al contrario. Cuando mi energía ha sido negativa, la ruta me lo ha hecho notar: horas esperando coches sin éxito, experiencias feas que te hacen darte cuenta de que algo en tí está mal y tienes una tarea que replantear. Que tienes que limpiarte por dentro para que tu energía vuelva a ser pura y así dar tu también a los demás. La ruta es sabia y te pone siempre en el lugar que debes estar.

5. Que llevar mucho peso en la mochila no es bueno:


Tanto física como metafóricamente. Uno debe aprender a deshacerse de lo innecesario con lo que vamos cargando. Que lo que realmente necesitamos es muy poco y la mayoría de las veces no es material. Que llevar una mochila muy pesada te pone inevitablemente de mal humor y empaña el viaje. Que la espalda se resiente. Que hay cosas con las que vamos cargando que solo nos impiden ser, avanzar. Por eso debemos aprender a perdonar, a perdonarnos, para así poder dejar atrás. Que querer es poder, pero si no se quiere no hay nada que hacer. Nadie va a venir a librarte de esos pesos, porque son tus pesos y solo tú puedes decidir si quieres seguir cargándolos en la espalda, la mochila, la cabeza y el corazón. Que liviana se viaja mejor, que cuanto más sitio vacío tengas, más cosas nuevas podrás llevarte consigo. Que el pasado es eso, pasado y por eso ha de quedar atrás. Que los recuerdos malos y el rencor pesa mucho y además, envenena. Que aprender a perdonar y a perdonarte, es el mejor remedio para alcanzar la felicidad y sentirte más libre y liviano.

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En Máncora me despedí con todo el cariño del mundo finalmente de las marionetas. A veces hay que dejar ir para dejar espacio a cosas nuevas. 

6. Que los planes son solo eso, planes:


Que no importa cuanto planees o cuanto te esfuerces, en la vida hay siempre miles de variables incontrolables, por eso hay que saber cambiar los planes y adaptarse como camaleón a lo que venga, sabiendo dejarse llevar, pero sabiendo también cuando uno debe cambiar de lugar y seguir camino. Que el equilibrio perfecto está en saber fluir y saber también cuando hay que decidir y tomar las riendas. Que no hay un lugar al que llegar, que lo importante es únicamente la ruta, cada paso que das. Que la vida es eso, como un cuadro. No importa el resultado, sino todo lo que se aprende en el proceso. Que ser cada día una persona mejor, más limpia, es lo único importante.

Los planes están para poder cambiarlos.

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No pensaba conocer las ruinas de Quilmes, pero tras una hora tratando de hacer dedo sin suerte, me paró Enrique. Me dijo que no podía irme de Amaicha sin conocer las ruinas y probar vino patero. Así fue como finalmente acabé quedándome en Amaicha esa noche y conduciendo su coche al día siguiente rumbo a Cafayate. Pasé de hacer dedo a ir conduciendo ;)

7. Que tu casa está donde tú estás:


No importa qué lugar del mundo te encuentres. Uno hace casa en cualquier sitio. Hay lugares donde te sientes a gusto. Donde despliegas la mochila y por unos días, aunque solo sean unos días, esa es tu casa y así la sientes. «Casa» no significa únicamente el lugar donde uno ha nacido, el lugar de tus raíces. Casa es todo aquello que tu quieras que sea.

Me he sentido en casa en Resistencia, en Buenos Aires, en Ciudad del Este, en Cuenca, en Máncora, en Lima. A veces la casa de un couch ha sido mi casa por unos días, a veces lo ha sido un hostal, hasta una gasolinera. A veces familias ajenas han sido mi familia. He descubierto que tengo muchas madres en lugares distintos, también hermanas.

Me he sentido en casa, me he sentido en familia, me he sentido acogida a miles de quilómetros de «mi territorio» y eso es algo muy especial. He descubierto que lo importante es estar a gusto allí donde estés y ser capaz de hacer el lugar tuyo. Viajando sola me he sorprendido a mí misma levantándome a las 12 en casas ajenas, cocinando como si fuera mi cocina o cantando en cualquier ducha.

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En Lima tengo una hermana y una familia.

9. Que somos muchas los que tratamos de mirar distinto:


Que no, que no estoy loca. Que esto no es una locura solitaria, ni un año sabático de viaje por el mundo. Que esto es también una parte del camino, del camino que es mi vida. Que no estoy sola, que somos muchos los que transitamos las rutas y que somos de cualquier parte del mundo.

Que muchas veces no importa el idioma. Que alrededor de una hoguera o un buen vino en mitad de un bosque o un pueblito perdido, no importan las banderas, las procedencias, que todos estamos en lo mismo. Que vamos buscando, que queremos aprender a pensar distinto, que creemos que hay otras formas, otros caminos. Otras formas distintas de vivir, otras maneras distintas a la que nos han enseñado y nos tratan de imponer, los demás, la sociedad, nosotros mismos.

Por eso vamos buscando, vamos aprendiendo a cada paso lo que funciona y lo que no, buscando nuestro hueco, nuestro espacio, ensayando formas distintas, formas distintas de ser y de hacer, de convivir con los demás, con nosotros mismos.

8. Que después de la tormenta, siempre, siempre sale el sol:


Los ratos malos son eso, solo ratos. Como todo en esta vida, terminan pasando. Enfrentarlos con la mejor actitud es el verdadero desafío (aún sigo aprendiendo a ponerle al mal tiempo buena cara). Cuando algo malo pasa, hay que enfrentarlo sabiendo siempre que algo mejor está por llegar si le pones las ganas necesarias.

10. Que aún me queda muchísimo por aprender:


Cada día es un aprendizaje nuevo, cada persona con la que te cruzas; todos somos reflejos. Eso me lo dijo una colombiana ayer y yo lo había leído en un poema hace un par de días atrás. Todos somos reflejos. Todo nos enseña, cada persona que nos cruzamos es un reflejo de lo que tenemos que aprender. 

Viajando sola hay mucho que he aprendido. Hay mucho que he cerciorado. Hay mucho que continúo valorando, replanteando. Cosas que empiezo a ver, a comprender. En algunas todavía me resisto.

Es largo el camino, pero en él descubrimos que estamos vivos.

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*¿Tú te has animado ya a viajar sola alguna vez aunque solo haya sido por unos días? Cuéntame tu experiencia en los comentarios!

Un abrazo,

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Andre400
¡HOLA! SOY ANDREA BERGARECHE

Desde hace más de 5 años vivo viajando y ayudando a mujeres como tú y como yo a ser más libres, fuertes e independientes.

16 comentarios en «10 reflexiones tras 5 meses viajando sola»

  1. Excelente artículo Andrea. Muchas gracias por compartir todas tus vivencias. Nos hacen a todos soñar con tener una vida de ensueño.
    Te invitamos a que visites nuestra web por si te gusta lo que hacemos. Nosotros vivimos y trabajamos en nuestro barco y estamos enamorados del Caribe.
    Mucha salud y viajes para todos.
    http://www.caribeforyou.com

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  2. ¡Hola Andrea! ¡Muy buen artículo! Mi primer gran viaje en solitario fueron 3 meses en África, pero luego realicé otro de igual duración por Suramérica, y fue una experiencia maravillosa que jamás olvidaré.
    Leyendo tu escrito me identifico con muchas de tus reflexiones. Recuerdo, por ejemplo, que aprendí más historia y geografía que en toda mi vida escolar: la aventura de Orellana por los ríos del Amazonas, las atrocidades de los conquistadores en general, lo que hizo Escobar en Colombia, que estaba a sus pies…Por otro lado, me encantan las conclusiones más espirituales que el viaje te ha permitido vislumbrar como que todo ocurre por algún motivo, que siempre encontramos a las personas adecuadas en el momento adecuado y que, cuando uno viaja, siempre está acompañado por una red de personas que parece que cuiden de uno a pesar de que no conozca a nadie. Pero, sobre todo, que tu hogar está allá a donde uno va…Cuando te das cuenta de eso y superas los miedos a viajar solo, se te abre el mundo entero y te conviertes en una persona libre y sin límites capaz de ir a cualquier lugar y hacer cualquier cosa que se proponga…
    Gracias por tu artículo y espero que sigas compartiendo tus historias y reflexiones. ¡Un abrazo muy fuerte!

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    • Hola Ubay!!
      Que placer encontrarte por mi blog. La verdad que animarse con África para el primer viaje en solitario es todo un desafío de los grandes. De África por ahora solo tengo el placer de conocer Túnez y Marruecos y de lo poco que he visto desde luego es un continente de contrastes que tengo ganas de experimentar más a fondo.
      La verdad que sí, viajar es la mejor forma de aprender geografía, nada de memorizar absurdamente listas de países que en ese momento ni comprendes dónde están. También de aprender historia, sobre todo cuando la escuchas de la mano de los locales, quienes te la cuentan con esa pasión de quien ha vivido lo que habla.
      En cuanto a las conclusiones espirituales creo que viajando solo son inevitables, pues el hecho de darse ese espacio para viajar con uno mismo permite una exploración de nuestro alrededor, pero sobre todo de nuestro interior, a la que día a día no le damos espacio y que es súper liberadora porque como bien apuntas nos permite afrontar nuestros miedos y ganar más fuerza y confianza personal, lo que al final se traduce en más libertad.
      Gracias por tu comentario Ubay y espero seguir encontrándote por aquí!
      Un abrazo enorme!
      Andre =)

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  3. Me encanto leerte aun no viaje, pero si me identifique en muchas cosas con vos! :) :) me alegra mucho como disfrutas tus caminos!!! :) :).Pronto saldre por primera vez. Abrazo Giganteeeee desde Burzaco,BsAs

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  4. «Que el pasado es eso, pasado y por eso ha de quedar atrás. Que los recuerdos malos y el rencor pesa mucho y además, envenena. Que aprender a perdonar y a perdonarte, es el mejor remedio para alcanzar la felicidad y sentirte más libre y liviano.» Porque VIAJAR LIVIANO ES MEJOR! Sin palabras, me encantó <3 <3

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  5. Buen dia Andrea, no es peligroso viajar por sudamerica? lo digo por que soy de Zacatecas Mexico y se que algunas zonas si son peligrosas, sobre todo carreteras.

    Responder
    • Hola Pedro. Como en todos sitios, hay zonas peligrosas, pero también gente muy linda y zonas tranquilas. Yo llevo más de seis meses viajando sola por Sudamérica y además viajando a dedo y nunca me ha pasado nada grave. Todo se trata de tener un poco de instinto y cuidarse un poco, además de ir con la mejor de las ondas! Yo lo recomiendo absolutamente.

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  6. Me sentí muy identificada… tantas verdades juntas o por lo menos comparto tus ideas. Me he sentido así como lo describes – has leído mi alma y mente sin habernos cruzado. Que sigas viviendo, descubriendo y descubriéndote así de plena como se te percibe. La mejor de las vibras …que la ruta y el universo te sigan acompañando…un sincero abrazo desde Argentina.

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    • Muchísimas gracias Patricia, que gratas tus palabras. Da gusto saber que mis ideas llegan a alguna parte, que resuenan más allá de mí. Te deseo lo mejor Patricia, que la vida te de lo que le pidas, siempre con la mejor de las vibras. Un abrazo desde Colombia

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  7. realmente muy lindas palabras y estoy sintiendo lo mismo ,esas ganas de dejar atrás todo y como decís vaciar esa mochila y llenarla de experiencia de vida….realmente tus palabras me llegaron y me hicieron replantearme ,un abrazo grande

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