Escritos de bolsillo desde Oregón

Hoy inauguro una nueva sección en el blog, una nueva etiqueta bajo la que publicar todos esos textos que escribo y que nunca llegan a ver la luz a veces por una cuestión de timidez y otras porque se sienten fuera de sitio. Así que por eso hoy inauguro esta sección de escritos de bolsillo. 

Sé que llevo tiempo sin publicar, sin contar mucho de este viaje que he ido haciendo por Estados Unidos y te pido disculpas, pero es que todo lo que he sido capaz de escribir, han sido textos como este que te traigo hoy, escritos de bolsillo que se han quedado guardados como borrador. Excluidos por ser demasiado cortos, por ser demasiado vagos, por no decir nada o por decir mucho, o simplemente por hablar y no hablar de un lugar específico.

Escritos de bolsillo que he ido escribiendo a lo largo de este viaje que me ha llevado desde Los Ángeles, al sur de California, hasta Oregón, pasando por San Francisco, Redding, Willow Creek, Eureka, Arcata y finalmente Central Point desde donde escribo.

Un vídeo publicado por Andrea Bergareche (@lapiznomada) el

Así, que para no seguir sin publicar y para no seguir acumulando borradores que se quedan sin ver la luz, hoy inauguro esta sección de textos de bolsillo y te dejo con este que he escrito desde este rancho de caballos en donde estoy hoy. ¡Qué lo disfrutes!

Escritos de bolsillo desde Oregón:


escritos de bolsillo desde Oregón

Escribo, me obligo. A poner una palabra tras otra, a tratar de encadenar el ritmo. Las letras con sus cadencias, los puntos, los espacios, las comas. Y no, no he escrito mucho. Me pregunto si será el esfuerzo de aprender un nuevo idioma, de cambiar el orden de la gramática, el adjetivo de lugar, de aprender nuevas semánticas o de mover la lengua y los labios para tratar de pronunciar como si mascase un chewing gum.

Escribo mientras escucho a Ani DiFranco que canta o habla o pronuncia y habla en inglés y por primera vez en muchos años desde que Almudena me la regaló la entiendo sin proponérmelo, sin necesidad de descifrar, sin buscar la letra en internet o sin tener que escucharla una y otra vez.

Lo más difícil es en las mañanas, cuando aún me cuesta pensar y las horas en las que empiezo a sentirme demasiado cansada. Entonces parece que se me traba la lengua o se me bloquea el cerebro y mezclo las palabras, el orden, las personas, los tiempos. Me escucho y me obligo a pensar, a prestar atención mientras aún me froto los ojos para tratar de coordinar.

Hace frío. Entra por la ventana. Pasan sólo las 17:30pm y ya ha anochecido.

Hace frío y oscurece pronto en esta parte de Estados Unidos.

Frío.

Cuatro letras, una tilde.

Frío, que se mete por el cuerpo, por la ropa, por la piel.

Que cala hasta los huesos y deja sin sangre templada a mis pies que pierden movilidad y se sienten como dos cubos de hielo o dos icebergs. O aisbergs o cómo quieran ser. Y será este frío el que me ha congelado las palabras, las historias, los relatos. O será que este viaje es más para dentro que para fuera. O será que ha encontrado otros caminos, otras formas de expresión. O quizás no hay nada que expresar.

Cuando estoy de viaje es un para dentro.

Un para fuera al mismo tiempo.

Yo me entiendo.

Pero soy como una esponja que absorbe y que crece con el agua.

Aumenta de tamaño.

Para fuera y para adentro.

Hacerse grande o pequeña.

Me distraigo. Será eso. Será que de viaje siempre encuentro algo mejor que hacer. Me digo a mí misma que siempre hay algo que aprender, que hay que aprovechar la oportunidad en lugar de usar el tiempo frente a la pantalla. Así que me engancho a cualquier conversación, practico mi pronunciación, cocino porque necesitamos buena alimentación, lavo la ropa, aprovecho el tiempo libre para estirar el cuerpo y hacer un poco de yoga. Seco la ropa, pliego la ropa.

Ya no me cepillo el pelo. Ni antes de la ducha ni después. Ni al levantarme ni antes de acostarme. Sólo lo dejo ser y paseo este cepillo rosa en la mochila morada que ahora me acompaña y que descansa de pie apoyada sobre la pared.

Escribo a lo largo de mis diarios y a lo largo de las páginas muchas veces y en muchas ocasiones. La vida es rara.

La vida es rara.

Extremadamente rara. Y lo repito una y otra vez a lo largo de los años y me lo digo a mí misma en los momentos buenos y en los malos. La vida es rara y a veces suelto una lágrima, a veces dibujo una sonrisa y casi siempre me lo digo hasta el fondo de mí misma mientras me devuelve al momento presente y a todos esos momentos sin tiempo donde todo se confunde y se difumina y las palabras giran y dibujan formas en espiral y las lágrimas son saliva y la saliva es flujo y el flujo es sudor y todo es agua y todo es gas y todo es vapor y todo va y todo viene y todo se va y vuelve a caer y a nacer y a morir y a creer una y otra vez.

Y me obligo. Me obligo a escribir, a seguir encadenando palabras, a estar aquí. Y no cuento nada ni quiero hacerlo ni importa ni pesa ni alivia ni dice ni inventa. Sólo crea y llena vacío y página en blanco y sube el contador de las palabras mientras pasan los segundos y el texto crece y crece y frase a frase se construye mientras aprieto intro para crear un párrafo con un punto y aparte más.

Y Ani DiFranco sigue reproduciéndose canción a canción en automático. Y ahora me esfuerzo por no escuchar, por no entender, por no descifrar, por no desconcentrarme de esta página, por no salirme de este guión invisible donde no hay gnomos ni enanos y sólo hay algún río, bastantes lagos y todos estos paisajes americanos. Todo este inglés, todo el slang, todo este frío, toda la pizza y la comida chatarra amenizada por algún cocido español y alguna de mis recetas mexicanas. Y me calzo la gorra y hago como si tuviese un chicle en la boca. Y digo fuck, y digo bitch y digo mother fucker tras el what´s up.

***

Almudena tenía razón, Ani DiFranco me gusta, más aún ahora que la logro entender.

En realidad siempre me ha gustado.

La he ido entendiendo con los años.

La he ido entendiendo como se va entendiendo la vida.

La he ido entendiendo en el mismo proceso que he ido desentendiendo todo lo que sabía.

Y hay cosas que pesan. Cosas que pesan para siempre por mucho que se desvanezcan. Y somos muchas personas a la vez y aún más a lo largo del tiempo. Parece que no pero cambiamos. Más aún cuando viajamos. Y el tiempo ya no tiene la misma dimensión ni saben igual las mañanas. Es como el sabor del café. A veces más dulce, a veces más amargo. A veces más suave y a veces más cargado.

Y quisiera verla, encontrarla otra vez. Agradecerle esta música, estas palabras, esa comprensión ajena de una voz que no conoces y que te habla a través del tiempo y la distancia para aliviar los momentos de incomprensión, los momentos de vida rara. Esos tiempos en los que deseaba ser una vagabunda o una ermitaña. Y uno cambia y se transforma y es muchos a la vez y no cambia al mismo tiempo y se mantiene. Y de alguna forma, no soy vagabunda pero sí nómada, que quizás fuera la parte que me atraía de la palabra, el no tener un plan o no saber dónde vas a despertar mañana.

Y de alguna forma a veces también soy y sigo deseando ser una ermitaña. Y al mismo tiempo soy montaña. Y soy ermitaña en los meses de invierno, en las tardes de lluvia, en los paseos a solas, en mi diario. En esos meses que he pasado este año en mi cuartito blanco, en mi buhardilla, en esa habitación y esa mesa y esa cama y esa alfombra y esa silla. En todas mis madrugadas y en todos los ratos que juego a imaginar esa casa frente al mar con su gran cristalera y la marea rompiendo y mis dedos escribiendo. Y soy ermitaña en mis ratos frente al mar.

Al final no cambiamos tanto.

Cambiamos todo el rato.

Hoy me lo dedico a mí. Y te lo dedico a ti, que ya no me vas a leer, que quizás tengas todas las respuestas. Y se lo dedico también a L. y se lo dedico a todas esas que han escrito la vida es rara en su diario, en su piel o en las entrañas de su sien.

Y no importa si me he puesto difusa o dispersa. Si me he puesto liviana o intensa. Si soy agua, viento o montaña. Si me retengo o si me dejo ir. Si finjo o si soy. Si me invento o si me creo. Si me pienso o me represento. Si creo que es verdad o si creo que es mentira. Si está más allá o más aquí de mi moral. Si existe la moral, si está por estar o por rellenar. Si se entiende o se siente. Si se escupe o se asiente.

A veces también soy esto, a veces somos sólo palabras. A veces no hay palabras. A veces sólo hay vacío y silencio. A veces siempre lo es. A veces lo llenamos y lo rellenamos o simplemente lo escondemos, lo tapamos, lo evitamos. Lo enfrentamos o estúpidamente nos frustramos.

Y a veces escribo. A veces porque me sale y a veces porque me obligo a hacerlo. Y a veces lo consigo y a veces no. Y hoy esto es lo que ha salido. Y así mismo me despido.

Y si quieres comentar tu comentario es bienvenido y como siempre prometo contestar, con amor y a poder ser con brevedad. Y si quieres compartir, pues también. Y si te invita a escribir, pues solo hazlo. Coge un boli y ponte a ello. Y si quieres me lo envías y si no no.

Así la vida. Me despido desde Oregón.

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Y ya sabes, si te ha gustado el post y esta nueva sección de escritos de bolsillo que inuguro hoy, te espero en los comentarios para que me lo cuentes. O si tienes alguna sugerencia o alguna idea o si simplemente te apetece pasarte a dejar unas palabritas. Ya sabes que me encanta leerte y respondo siempre.

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¡HOLA! SOY ANDREA BERGARECHE

Desde hace más de 5 años vivo viajando y ayudando a mujeres como tú y como yo a ser más libres, fuertes e independientes.

9 comentarios en «Escritos de bolsillo desde Oregón»

  1. Me ha encantado y ahora mismo estoy escuchando a Ani, la nueva amiga :) entenderla no la entiendo pero me gusta :) Que disfrutes del viaje y sigas compartiendo estos escritos llenos de reflexiones, sentimientos, canciones … Un abrazote

    Responder
    • Uis Sarita, qué bien saber que con mi escrito te he regalado una nueva amiga! Disfrútala mucho y si tienes un ratito libre busca sus letras en internet, son escritos de bolsillo y hasta poemas en sí mismas. Una buena terapia también para esos ratos de vida rara.
      Y sí, seguiré compartiendo escritos de bolsillo como estos que son los que están saliendo.
      Un abrazo muy grande Sarita y gracias por pasar. Es un placer encontrar tus palabras por aquí :)

      Responder
  2. ¡Aupa Andrea!

    ¿Qué si me ha gustado esta nueva sección tuya de escritos de bolsillo? No, no me ha gustado me ha ENCANTADO Andrea.
    Ya me hechizado el nombre de la sección antes de haberte siquiera leído.

    Que sigáis disfrutando de ese viaje os lleve donde os lleve.

    Abrazote enorme y gracias por compartir! Quiero más escritos de bolsillo ;-)

    Responder
    • Ais Bego! Gracias! Gracias!!
      Que maja siempre pasándote a comentar y dejando unas palabras de aliento!
      Me alegra mucho que te haya gustado esta nueva sección así que intentaré seguir publicando más escritos de bolsillo en lugar de dejarlos abandonados como borrador.
      Un abrazote gigante bonita!

      Responder

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