Hoy traigo un artículo singular, un pequeño diario de cuarentena que me ha costado mucho escribir y aun más publicar. Han sido muchas relecturas, muchos días volviendo a abrir la página de edición sin tocarla, leyendo un trozo, poniendo una tilde que falta, modificando una frase, pero sin decidirme a terminarlo ni a darle al botón de publicar.
Supongo que en parte es porque no me gusta el sentido de este texto, las sensaciones que transmite. Hay días mejores y días peores. Días en los que la niebla parece más densa y más húmeda y otros en los que cierro los ojos para sentir el calor del sol.
Siento que este diario de cuarentena me ha quedado bastante oscuro, pero así han sido muchos de los días desde que he vuelto a España en la vuelta más rara de la historia. Una vuelta sin croquetas ni ver a los amigos. Una vuelta a un sitio que hace mucho dejé de considerar mío. Quietud después de casi 14 meses en movimiento.
No ha sido una vuelta fácil y tampoco una vuelta elegida, aunque nadie me obligó a subirme a ese avión. Pero los días avanzan y mi estado de ánimo no es siempre el que refleja este diario de cuarentena, aunque sigue siendo verdad que vivo en una especie de estado de desconexión.
Y aunque lo he dudado mucho y me ha costado darle a publicar, aquí está. Quizás no tiene todo el brillibrilli que me gustaría después de haber estado semanas desconectada sin compartiros lo que me ha pasado por la cabeza, pero al menos tiene honestidad y tampoco son tiempos para fiestas, así que aquí va:
Diario de cuarentena
Es curioso cómo pasan los días, uno tras otro. En la pared voy tachando los días del calendario mientras la lista de cosas por hacer sigue aumentando en lugar de hacerse más pequeña. Ahora que tenemos más tiempo que nunca faltan las ganas, la motivación. Falta la energía y la ilusión.
Hace días que debía haberos escrito esta carta. El otro día la escribí en mi cabeza, nunca aquí. Y así se perdió como se están perdiendo muchas cosas. Son tiempos raros.
Prometí escribir una carta sincera, pero para ser honesta, ni yo misma sé bien qué decir o qué escribir. Mi estado de ánimo cambia a cada rato, aunque gran parte del tiempo vivo en un estado de desconexión mental, evitando hacer, pero sobre todo, evitando pensar. Es un estado de espera desconectado. Me desconecto del mundo y de la realidad. De alguna forma es como si cuando leo el periódico fuese todo parte de una película, una de las muchas series de Netflix; como si no fuera conmigo, aunque me afecte.
Me afecta mucho de hecho. Ha afectado a mi trabajo, hoy sin ingresos. Ha afectado a mis planes para este año, hoy por el suelo. Afecta a mi estado de ánimo. Afecta a lo que pensaba hacer y ya no puedo. Afecta a mi realidad, al donde estoy y el donde estaba. Afecta a mis ganas de marcharme de nuevo frente a la imposibilidad de hacerlo.
Pero es como si mi mente rehusase. Como si no quisiera aceptar que todo esto va conmigo, con todos nosotros.
Aceptar. El nuevo reto:
Aceptar. Reconozco que es algo que me está costando, todo un proceso, con días malos y días buenos. Con días en los que siento que avanzo en eso de la aceptación y días en los que me niego y sigo volviendo a todos esos “y si…” que ya no existen; no hay opción de volver a ellos.
Y si no hubiese ido ahí, y si no hubiese tomado esa decisión. Y si no hubiese hecho esa llamada o tomado ese vuelo, o simplemente contestado al teléfono. Entonces quizás no estuviera aquí, entonces quizás seguiría allí y aunque la realidad global fuese la misma, mi realidad individual sería distinta. Y entonces vuelvo y trato de convencerme a mí misma de que no tiene sentido, de que es hoy y ahora y que estoy aquí y no hay forma de volver atrás.
Lo único que queda es tratar de hacer lo mejor y estar lo mejor posible con lo que hay. Aquí, en Turanzas. En este pequeño pueblito en el que siento que me come el frío y la humedad. Aquí donde no hay aplausos, ni vida. Solo un cerdo negro y blanco, peludo. Y verde, mucho verde frío y húmedo, mojado. Y mañanas de lluvia y tardes de lluvia y días nublados y de vez en cuando algún tímido rayo de sol. Y no tengo internet y tampoco agua caliente. Lavarme el pelo me lleva más de dos horas. Dos horas de calentar agua en las ollas, de llenar un cubo, de volver a llenarlo, de llenar la bañera, de echar más agua hirviendo y mezclarla con el agua helada que sale por las cañerías hasta conseguir suficiente agua con la temperatura adecuada para poder lavarme el pelo sin quedarme congelada.
Y así se pasa la tarde y así se pasa otro día. Al menos he empezado a cocinar en lugar de alimentarme a base de fabada como la primera semana. Al menos ahora trato de hacer. Supongo que todo es parte del proceso. De este proceso de adaptación o de aceptación. De aceptar que lo que era ya no es y no será en largo tiempo. Que van a pasar muchos meses hasta que se vuelvan a abrir las fronteras, hasta que volvamos a viajar, hasta que pueda recuperar mi trabajo y mi estilo de vida, todo eso que me daba la fuerza y la energía. La motivación para seguir adelante cada día.
Toca buscar caminos alternativos, reinventar los planes, pensar qué voy a hacer durante los próximos meses, cuál será la hoja de ruta. Qué puedo aportar ahora que no se puede viajar, ahora que no tiene sentido hablar de viajes, que no puedo organizarlos.
Y vuelvo a dejar esta carta en standby igual que lo hice el otro día mientras la escribía en mi cabeza sin llegar a plasmarla en palabras digitales, en unos y ceros. En ceros y nadas. Supongo que mi mente rehusa escribirla porque escribir es conectar. Poner las emociones en palabras significa conectar con ellas y me es más cómodo este estado de desconexión mental, estos días que pasan sin pena ni gloria.
Este estado de desconexión:
Me levanto tarde. Ya ha desaparecido el jet-lag y los buenos hábitos. No hay un por qué o un para qué que le dé sentido a levantarse temprano. No hay yoga nada más levantarme. Hace demasiado frío y mi cuerpo no está por la labor, tampoco la cabeza.
Preparo una cafetera de café caliente, un tazón con cereales. Cuando el café está listo me conecto a la pantalla y enciendo el primer cigarro del día. Abro los Sims. Recojo la producción de las fábricas y las vuelvo a poner a producir. Leo el periódico un rato. Leo también a Murakami, pongo algo de música. Enciendo la calefacción. Vuelvo a conectarme a los Sims para recoger y volver a producir. Tarea inútil en la que produzco pipas y telas digitales, metal y madera. Es de lo poco que produzco estos días. Una perdida de tiempo total que sin embargo me ayuda a desconectar.
Así pasa la mañana y en algún punto me entra el hambre. Entonces decido qué voy a cocinar y entre ollas y sartenes y la tabla de picar quemo otra hora con la música de fondo. Un plato caliente y un capítulo en Netflix. Hasta Netflix me aburre ahora que he visto la mayoría de series que merecen la pena.
En algún momento del día trato de trabajar, de escribir parte de algún artículo, de pensar opciones para lanzar un curso, de escribir algún relato, de tratar de terminar y publicar este diario de cuarentena. Todo sin mucho éxito ni capacidad de concentrarme. También leo, sigo leyendo. Leo a Murakami en inglés y lo leo en voz alta, tratando de pronunciar las palabras correctamente, incluso aquellas de las cuales desconozco el significado.
En algún momento del día me conecto y entonces pienso en opciones, en planes B. En dónde podría pasar el resto de estos días raros una vez que nos dejen salir de casa. Hay algo que no me gusta de estar aquí, quizás sea el frío, quizás sea la humedad. Quizás sea por el hecho de que aquí pasé parte de mi infancia, quizás sea por la cercanía a esas partes de mí que hace mucho he dejado de lado.
Diario de cuarentena | La nueva incertidumbre:
Vuelvo a esta carta o a lo que sea que es. Vuelvo a ella y releo y pienso que lo que me molesta no es este confinamiento ni este periodo de desconexión. No soy de esas personas que se flagelan por no hacer ni que necesitan sentirse súper productivas, aunque sé que eso me sienta bien.
No, lo que me molesta es la incertidumbre del futuro, a pesar de que estoy acostumbrada a convivir con ella. Nunca hemos tenido una mala relación, como tampoco es mala mi relación con la soledad. Nos llevamos bien, nos entendemos bien, nos aguantamos y nos respetamos y hasta nos hacemos compañía, manteniendo largas conversaciones en silencio.
Pero de alguna forma esta incertidumbre es nueva, es como si se hubiese modificado la cepa. Estoy acostumbrada a no saber dónde estaré en un par de semanas, en un mes o en un año. A no saber cuánto ingresaré el próximo mes, si saldrán o no los planes. Pero esta sensación es nueva. Es distinta. Normalmente no sé dónde voy a estar el próximo mes, pero sé que tengo multitud de opciones. Que si no estoy en un país estaré en otro. Que es posible tomar decisiones de último segundo y que algo encontraré. Ahora en cambio no hay opciones, solo una incertidumbre neblinosa.
No sé cuánto tendré que esperar hasta poder marcharme. Si es solo algo temporal o si realmente es momento de plantear un plan B, buscar un alquiler para el medio largo plazo, quizás estudiar algo. No sé qué va a pasar en los próximos meses o si voy a tener que quedarme en España seis meses o un año.
Entonces me quedo esperando, viéndolas venir, pero no sé hasta cuándo. Cuándo volverá la incertidumbre que conozco, esa que me permite vivir sin demasiado plan pero sabiendo que tengo un montón de opciones por delante, un gran número de lugares a los que ir. Que si un mes no ingreso mucho ingresaré más el siguiente.
Ahora no hay ingresos ni planes ni la posibilidad de planearlos. No sé cuándo se podrá volver a vivir del turismo ni cuánto tiempo tendré que quedarme aquí, en España. Y eso es lo que me drena la energía y la ilusión. No quiero hacer planes a un año en España porque no quiero quedarme tanto y si los hago y luego abren, me vería en la disyuntiva de dejarlos a medias para salir pitando o de quedarme, cuando en ningún momento era mi deseo ni mi plan inicial. Así que aquí estoy, así estoy.
Y bueno, iba a continuar este diario de cuarentena contándoos qué ha sido de mí todas estas semanas. Qué pasó más allá del volcán Bromo, de los días en los que enfermé en Malang, de la llegada a Bali como si estuviéramos huyendo de una cuarentena surrealista con visitas de enfermeros, militares y hasta abogados. Del cambio de mi estado de ánimo en Bali, de la energía que me da el sol y el mar, de cómo decidí quedarme en Bali y cómo al final terminé volviendo a España cuando me ofrecieron un vuelo gratis. De cómo me he arrepentido de esa decisión y de dónde estoy.
Pero aunque había empezado a escribir la historia, este diario de cuarentena es ya muy largo, así que mejor lo dejo para otra entrega que espero no me cueste tanto escribir y publicar. Hoy ha salido un rayo del sol y hasta he plantado un par de tomates. Esa es mi vida ahora. Solo espero no verlos crecer y poder seguir contándoos mis historias desde otros países, otros lugares, un continente diferente.
LIBROS Y SERIES PARA LA CUARENTENA
Y para terminar con un poco más de positividad os dejo por aquí algunos de mis libros preferidos y de las series que más me han gustado recientemente por si, como a mí, os sobre tiempo libre.
Tigre blanco: este libro de Aravind Adiga te hará viajar a la India.
Tokio Blues: este Best seller de Murakami no es del todo alegre, pero es una bonita historia de amor y búsqueda en la ciudad de Tokio.
Los detectives salvajes: sin duda mi libro favorito de Roberto Bolaño con el que descubrir los muchos mundos de Ciudad de México.
El lobo estepario: un clásico de Herman Hesse que si aún no te has leído te súper recomiendo.
La amiga estupenda: y si te gustan las sagas, te recomiendo ésta de Elena Ferrante con la que viajarás a Italia enganchada a sus páginas.
Yo viajo sola: vale, no son tiempos de viajar y es autopromoción, pero oye, es mi libro, está lleno de luz y tiene unas ilustraciones preciosas.
Y si lo de leer no es lo tuyo y prefieres las series te recomiendo Six feet under (A dos metros bajo tierra), Breaking Bad, Unorthodox, The OA, Sex Education, 3% y Grace and Frankie (me encanta).
Bueno, espero que te haya gustado este diario de cuarentena y te haya entretenido un rato, a pesar de que no esté lleno de brillibrilli. Pero volverá la purpurina y los días de sol y en algún momento, volveremos a viajar.
Yo te espero en los comentarios para que me cuentes qué te ha parecido este diario de cuarentena y cómo estás viviendo tú el confinamiento. Dónde te ha pillado y cómo lo estás llevando.
Como siempre, nos vemos en Instagram y Facebook donde voy compartiendo mis viajes a tiempo real prometo volver para contaros cómo llevo esta cuarentena.
Un abrazo,
13 comentarios en «Diario de cuarentena»
Hola Andrea!
Te sigo desde hace tiempo porque me encanta tu forma de vida (filosofía viajera que yo también comparto) y ahora que acabo de leer este post por casualidad, me he animado a dejarte un comentario.
Como tú, me encanta viajar, escribir, fotografiar y lo he hecho desde siempre (también tengo un blog de viajes). Aunque los más grandes han sido en los últimos años. Muchas veces he soñado con vivir viajando y ser nómada. De estos que no le hacen falta mucho dinero, ni grandes acomodaciones o pretensiones (soy súper feliz de mochilera y gastando el mínimo). Vivir feliz de tus pasiones sin importar lo que estipula la sociedad. Pero es complicado. He intentado vivir de ello pero también se sufre mucho porque no es fácil. Siempre he sido también muy positiva y motivadora pero no es fácil realmente vivir de tu pasión o tus pasiones (verdaderas). Y ahora también se lleva lo de los cursos (que no son precisamente baratos) para que aprendas a vivir de tu pasión y te intentan vender una idea que ya está también muy trillada/saturada y no es tan fácil como lo pintan poder vivir de ello… (mientras el que lo vende se hace de oro aprovechándose de la angustia/desesperación de la gente).
Por otro lado, hace 3 años me pasó un poco lo que comentas aquí en este post. Estaba totalmente apática, desganada y desilusionada (cuando yo había sido siempre todo lo contrario). Como si una parte de mí, que consideraba la mejor, se hubiera muerto. Y todo ello sin pandemia. Pero la verdad que gracias a ese sufrimiento que viví con 27, ahora estoy más estable, tranquila y sin esas ansias viajeras, de escape, de evasión y de ser solo feliz con aventuras y viajes. Digamos que lo superé de alguna forma y ya no me causa pesar. Gracias a pasar por esa fase en mi pasado, la situación actual que llevamos desde marzo, la he llevado bastante bien (yo que no paraba por casa). No he tenido bajones (que sí sufría antes) y muchas cosas por el estilo. Me he adaptado mejor. Quizás se afianzó una tranquilidad interna de la que carecía. Recuerdo que antes de ese gran bache sufría grandes altibajos, una montaña rusa de emociones.
Lo que te quiero decir con todo esto es que todo cambia, nosotros, nuestros gustos, nuestras «necesidades» y muchas veces lo que hay que hacer es enfrentarnos a nosotros, a nuestro dolor, como dices tú, la aceptación para superar lo que nos daña. Estas fases crudas nos enseñan muchísimo y quizás algo importante que habíamos «ignorado» toda la vida. No dudo que ya estés seguro en una fase mucho más luminosa (además que han pasado muchos meses desde este post) pero sí quería dejarte un poco mi testimonio. Ya no tengo esas ansias por viajar ni esa necesidad, pero seguiré disfrutando de cada viaje que llegue como si fuera el primero.
Muchas gracias por todo tu trabajo, arte, dedicación y entrega. Un abrazo.
Esther o Ishtar ☘
Hola Andrea! Creo que este aislamiento obligatorio nos ha hecho a todos re pensar y re acomodar nuestras vidas. A algunos les ha hecho mucho ruido la forma de vida que llevaban antes de esta pandemia, a otros los ha llenado de incertidumbre y pesar sobre el futuro porque estaban conformes con su plan de vida.
También creo que cada uno, en esta cuarentena (que en Argentina llevamos 43 días), nos ha puesto de frente con algunos miedos y monstruos que en la vorágine de la vida no nos animamos a enfrentar y ahora no queda otra que hacerlo.
Agradezco que hayas puesto en palabras y expresar un sentimiento que muchos sentimos y no nos animamos a decir por pudor o abrirnos a los demás.
Te mando un gran abrazo, y estaremos a la espera de mejores días.
Saludos, Cecilia
Querida Andrea: el paso que diste al darle a «publicar», tal vez fue el más importante. El desahogo y la aceptación visto ahora en la distancia. La diferencia, esta vez, es que no hay nada en nuestras manos. Y es que nunca lo hubo.
Viajo. Viajé. Es mi gran pasión y motivación vital. El día 6 cumplo 6 meses sin poder hacerlo. Los primeros días de confinamiento volvieron todos los demonios, la ansiedad. Acabo de cancelar un viaje a Portugal, el primero con mi hijo. Tengo más planes a lo largo del año que soy consciente irán cayendo.
Me dedico al turismo desde siempre. Ahora soy guía en mi ciudad. Empezó de casualidad, se convirtió en convicción. De la noche a la mañana pasé a tener una expectativa de cero ingresos. Y tampoco sé qué hacer. No paro de darle al coco, pero no acaba de salir nada. Las ideas que me dan tampoco me convencen.
Lo único que me salva ahora son los pequeños momentos, el vínculo que estoy desarrollando con mi hijo, a pesar de esto, el deporte, escribir y leer. La palabra Netflix me da pereza. Todo lo «trending» me la da. Otra tara, supongo.
No podemos más que fluir, en definitiva. Nada estuvo en nuestra mano pero seguimos teniendo mucho que aportar: energía, ilusión (cuando vuelva), valor y motivación. Todo lo demás volverá de alguna forma.
Te envío un abrazo.
Hola Andrea! Te sigo en Instagram, amo todo lo que tenga que ver con viajar, (aunque no pueda hacerlo tanto como me gustaría, pero viajo contigo) y a través de tu Insta Story llegué a este artículo. Soy de las personas que lee en blog o posteos en otras redes pero jamás comenta porque nunca se bien que decir, o si contribuirá en algo… Pero me sentí tan identificada con lo que decís sobre la incertidumbre, y estoy tan cansada de ver como otros viajeros muestran cómo cocinan, pintan macetas, hacen manualidades, hablan de la pandemia, siguen hablando de viajes, etc. Y llegaste vos con estas palabras que por fin se sienten sinceran, que reflejan tu estado de ánimo verdadero, logrando empatía conmigo y haciéndome sentir menos miserable al saber que no estoy mal en tener estos sentimientos de desconsuelo e incertidumbre . Gracias por compartir tu verdad, y es obvio qué hay situaciones peores que esta, pero eso no quita que la situación individual de cada uno sea menos importante para el que la vive, cada uno lidia con sus mambos y está bien sentirse así y poder expresarlo.
Abrazo grande y se que apenas todo se resuelva podrás seguir cumpliendo tus sueños. Lorena
Lorena, gracias a ti, gracias sinceras.
Dudé mucho si publicar este artículo, porque soy consciente de lo que conlleva tener una “imagen pública” y de que cuando una la tiene, se espera de nosotros que seamos ese todo fuerte que anima y que nos cuenta que todo va a estar bien, que todo es posible, que nuestra labor es animar y entretener.
Y lo cierto es que yo no me he sentido así estas últimas semanas, ni me he sentido bien ni he tenido ganas de estar en las redes porque sentía justamente que no tenía ganas ni de hablar de viajes que ahora no puedo hacer, ni de enseñar recetas o manualidades, porque yo tampoco me sentía con ganas de hacerlas y al final, aunque esto sea mi proyecto/negocio, soy humana.
Así que aunque con muchas dudas, decidí publicar esta carta que, aunque no brilla ni está llena de luz, es sincera. Y tampoco es que viva en la mierda o que mi carta sea una queja, simplemente es como me he sentido algunos de estos días. Y bueno, como siempre ha habido reacciones de todo tipo: palabras de ánimo, una palmada en la espalda que tampoco buscaba, mensajes de queja, hablando de mi ingratitud o de las peores situaciones que otra gente está viviendo.
Soy consciente de que soy afortunada pero eso no quita que haya días que me sienta como he descrito en este pequeño texto. Así que me alegra saber que te has sentido identificada y que a pesar de la falta de luz del mismo, te haya hecho ver que no eres la única que tiene días malos.
Así que gracias por tu comentario, por entenderlo de la forma correcta y por entender que efectivamente cada una lidiamos como podemos con lo que estamos pasando y tenemos todo el derecho a no tener siempre la mejor energía o las mejores palabras. Sin luz no hay oscuridad y viceversa :)
Un abrazo muy grande y gordo y fuerza para estos tiempos raros que espero que pasen más pronto que tarde :)
Ánimo Andrea, que te veo súper baja y no es lo tuyo.
En general no estamos acostumbrados a los cambios, pero tu mejor que nadie podrás afrontarlos con las experiencias que llevas en tu mochila interior.
No te plantees nada a largo plazo por mis sensaciones sobre lo que está por venir.
Y si hay que darse un viaje por la vieja tierra seguro que encontrarás muchas cosas nuevas para ti.
Conecta con la tierra y el viento, así podrás conquistar nuevos horizontes.
Marcos!
No te preocupes que estoy bien, ha sido un gran cambio, en efecto, y los días de lluvia interminables no ayudan mucho, pero sé que saldremos de ésta. Y no, no creo que me plantee nada a largo plazo, esperaremos con fuerza a lo que sea que está por llegar y como siempre trataremos de hacer lo mejor con eso :)
Solo miro hacia el día que pueda ir a ver el mar y mirar el horizonte, el mismo de siempre, a recargar.
Un beso!
La verdad que me desilusiona, leo cada frase y solo veo el reflejo de esa generación de lo inmediato, de lo superfluo y del porque no decirlo, la generación del capital. podrás estar en donde sea, escapando de tu realidad pero al final del viaje seguirás contigo misma y si no logras comprenderte, seguirá esa inconformidad. Son tiempos difícil y hay millones de personas que están viviendo está situación y en peores condiciones, sin techo sin comer sin siquiera poder lavarse el pelo, como tú mencionas que ha sido un drama. Que lastima, tiempo de seguirte, tiempo de ver todos tus viajes, quizás siendo una oportunidad para que realmente hayas conocido el real propósito de esta vida, pero al parecer aún queda camino. Bueno, suerte con eso!!!
Hola Sofia,
Lo primero gracias por comentar. Lo malo de las redes o de estos medios es que no permiten una conversación profunda con argumentos. De ser así, podríamos hablar con calma y entenderías que este artículo que escribí hace 10 días y que finalmente he podido publicar no es sino una expresión de los malos días pero siempre hay días para todo, días malos y días buenos.
Hoy por fin ha salido el sol y eso hace siempre que una se sienta mejor. Yo me sé afortunada, como dices tengo un techo, un plato de comida, mucho verde alrededor. Y eso es una maravilla. Mis planes se han truncado, sí, pero estoy sana y tengo buenas condiciones. Pero eso no quita que haya habido días en los que me haya sentido como menciono en el texto y no pasa nada por ello ni está mal expresarlo. Es la parte mala de hablar en público y expresarse. Si me he decidido a hacerlo es porque quizás haya quien también se está sintiendo así y si pueden ayudar mis palabras pues bienvenidas sean, aunque no estén llenas de luz.
Ya llegarán palabras más luminosas, todo es parte del proceso y cada quien lo vive a su manera. Siempre habrá gente que esté mejor que nosotros y gente que esté peor, eso siempre es así y aun así en nuestra vida cotidiana, esa sin pandemias, tenemos la costumbre de quejarnos de vez en cuando, todos lo hacemos y es normal y no está mal. Tampoco es una queja ni es un drama, son solo palabras que expresan los malos días o los sentimientos que suscita este recorte en mi libertad individual, que en mi caso, es el propósito de mi vida. Liberarme, incluso de emociones como estas, pero todo es un proceso y aunque expresarlo en público tenga estos riesgos, creo que no está mal y que quizás a alguien le pueda ayudar. A pensar que no estamos solos, que no pasa nada si nos cuesta un poco más aceptar, acostumbrarnos al cambio de contexto, a la nueva realidad. Es como un duelo ante lo perdido que hace sitio a lo que llegará.
¡Un beso!
Hola preciosa, mucho ánimo. La verdad esta situación nos ha cogido sin preparación alguna, y no queda otra que vivirla de la mejor manera para no morir de depresión y malestar.
Yo veo, que este puede ser un buen momento pasar sanar heridas del pasado, dejar de huir y de una vez por todas hacer aprender a estar aquí (ese lugar que por alguna razón tanto dolor causa).
A mí esta situación me cogió en casa, justo en enero pasé por China después de tres meses por Asia. Mi apartamento, está en Cataluña, en un lugar que me encanta y estoy muy bien, trabajando mucho, con muchos planes y actividades.
Ánimo con ese plan B, C y D que te montes. Eres maravillosa, con mucha creatividad. Van a salir cosas estupendas, ya verás.
Un abrazo enorme :)
Diana! ¡Qué alegría verte por aquí!
Lo cierto es que esta situación nos ha pillado en bragas pero como dices no queda otra más que tratar de verle el lado positivo para sacar lo mejor de ella. En mi caso, me ha dado el tiempo de leer, escribir e incluso releer mis viejos diarios.
Me alegro de que estés bien en Cataluña y estés sacando lo mejor de la situación.
Llegarán cosas nuevas.
Te mando un abrazo gigante con mucho amor!
Hola Andrea!
Decirte que no estás sola en esto. Mucha gente se siente atrapada en su mente al querer escapar y no poder, esas ansias de libertad y de incertidumbre que simplemente te llenan. Yo estaba recorriéndome Asia y también regresé a España. Llevo dos años viajando y ahora que llevamos dos meses encerrados te planteas muchas cosas. Intenta quedarte con el lado positivo. A mi parecer, todo pasa por algo y tus decisiones te llevan a un camino u otro. Tal vez no tengas aún claro a dónde te llevará este, pero la vida es muy bonita y vete tú a saber qué te depara en el próximo capítulo.
Dedícate a ti misma, pocas veces tenemos “este tiempo” para simplemente cuidarnos, así que cuídate y sobre todo cuida la mente.
Un besito grande
Lidia
¡Hola Lidia! Muchas gracias por tan bonito mensaje :)
En mi caso es eso que mencionas, el duelo por la libertad truncada. Pero sí, intento quedarme con el lado positivo aunque en el vómito de palabras de arriba parezca lo contrario. Quizás necesitaba soltar para dejar de lado ese peso y hacer sitio a días soleados.
Está siendo todo un proceso y las sensaciones van cambiando desde que escribí este texto. Solo espero que como dices algo lindo llegue en el próximo capítulo y si no, nos tocará escribirlo a nosotras para llenarlo de palabras más luminosas.
Me alegro de que estés bien de vuelta en España. Yo te haré caso y trataré de seguir cuidando esta mente caprichosa e inconformista que a veces actúa de forma rebelde ;)
¡Un abrazo grande!