¿Te has quedado con ganas de más crónicas de viaje después de mis primeras sensaciones de Vietnam? Pues por fin sale a la luz otro de mis queridos escritos de bolsillo, una crónica de viaje de Vietnam que lleva esperando demasiados días pero que, personalmente, me hace volver al momento en el que la escribí, así que espero que tú también viajes conmigo.
El resto del viaje, como siempre, puedes ir siguiéndolo en mis redes, especialmente en Instagram (@lapiznomada), donde he ido colgando todas las historias a tiempo real y donde aún me quedan muchas imágenes y muchos momentos por compartirte.
De mientras espero que disfrutes con esta crónica de viaje escrita desde Tả Van, un pequeño poblado junto a Sa Pa, en el norte de Vietnam, en la cual mezclo momentos y sensaciones de algunos otros momentos del viaje, como el día que condujimos desde Nihn Bihn a Hanoi bajo la fuerte lluvia del monzón. ¡Qué la disfrutes!
Tifones, monzones, Sa Pa, Tan Van y otras historias más
Llueve, y los días de lluvia me dan ganas de escribir, de licuar las palabras igual que corre el agua sobre el cemento, lodada, tiñendo el paisaje de este color ocre que no llega a ser marrón, que es naranja en los escasos momentos de sol.
Las nubes se mueven, meciéndose suavemente a nuestro frente, como una tira de algodón. Esa bruma que descansa y se desliza por las montañas, tapando a ratos las casas más altas, llenando el ambiente de esta humedad cálida, de agua.
Grises en el cielo, ocre en el asfalto y en el río que pasa, verde en los campos de arroz. La paleta de color que colorea este paisaje que nos acompaña, este paisaje de calma, estos días de hacer prácticamente nada. De sentarme a escribir, a hablar, de hacer largas sobremesas con un Ca Phe Den sobre la mesa, con el humo saliendo por la boca, igual que las palabras, de este inglés que día a día es más fluido, más extenso.
Siento el sueño colgar de las pestañas, estos párpados que luchan por mantenerse alzados, este horario de desayuno que me obliga a levantarme a diario antes de completar mis horas de descanso, todo por un plato de huevos, por unos pancakes que más bien parecen creps.
Y nos mecemos en el tiempo al mismo ritmo que estas nubes que parecen moverse pero que en realidad solo se balancean, ofreciéndonos un rato de sol, por momentos un cielo de estrellas. Y los idiomas se mezclan y se diluyen mientras intentamos adivinar las nacionalidades de los que van y vienen, de los que llegan y se van mientras nos sentamos aquí, con una cerveza al lado a ver las nubes y el tiempo pasar, a intercambiar diálogos, a tatarear canciones, a consumir cigarros.
La moto descansa bajo el tejadillo desde hace dos días atrás, desde que llegamos aquí por ese camino de cabras que en algunos puntos parecía querernos matar. Los baches, los agujeros, las piedras sueltas, los pequeños riachuelos y las casi cataratas del camino que nos obligaban a poner los pies en el suelo en busca de esa estabilidad extra. Los ojos fijos en el siguiente metro y el pie derecho y la mano apretando con fuerza el freno mientras nos deslizamos cuesta abajo tratando de evitar las piedras más grandes, los altos baches.
Y llegamos mojados y con el cuerpo en tensión y antes siquiera de sacar la mochila de la raqueta pedimos una cerveza en busca de esa sensación de desconexión, para relajar los músculos, para relajar la cabeza, para hacer el lugar nuestro nada más llegar.
Y la lluvia, la lluvia que ha llegado y no parece quererse marchar desde hace diez días, dos semanas atrás, desde que llegamos a la isla de Cat Ba en medio de ese tifón que nos inclinaba en las líneas rectas hacia la derecha y que hacía que la conducción fuera un deporte de riesgo en el asfalto mojado, en el puente que cruzamos.
Y el ferry que no sale por el viento y ese pueblo en medio de la nada en cuyos puestos se puede ver la cabeza de un perro y en donde ya no encontramos nada para cenar porque no sabemos cómo preguntar y en donde Loup decide comerse una sopa de bote antes de arriesgarse a probar. Pero caminamos y comemos fideos con verduras que nos saben a nada y que bañamos en salsa de soja para darles sabor mientras la señora limpia los platos en el suelo con su pijama de bananas.
Y el día del diluvio en el que valientes nos aventuramos camino a Hà Nội sin conseguir llegar. Ese día en el que llegamos totalmente empapados, en el que las mochilas chorreaban agua a pesar de los protectores y los plásticos. Ese día en el que hasta mis bragas estaban empapadas y las gotas de agua se deslizaban por el cuello, por el pecho, por el ombligo y hasta piernas abajo. Ese día en que las rotondas parecían lagos y cada vez que te pasaba un camión al lado una ola se levantaba y tenías que poner los pies en el suelo, ese suelo que no encontrabas bajo los 30 centímetros de agua.
La concentración al máximo en el próximo movimiento, la moto en segunda, una moto a la derecha, otra a la izquierda, la de delante que se para y la de atrás que casi te da y cuando te das cuenta y puedes mirar al frente en lugar de al instante siguiente de pronto Loup ya no está y no sabes en qué parte de este río que es hoy la carretera se ha ido a quedar. Si adelante o atrás. Así que avanzas unos metros para pararte en el costado y esperar mientras el agua impide la visibilidad y los pitidos que son aquí el pan de cada día aumentan de volumen y de frecuencia y entonces empiezas a cantar que «estamos locos pero sabemos lo que queremos» y que mejor vivir este día como si fuera un sueño porque no hay lógica ni razón que disculpe la aventura loca que estás viviendo y la razón te dice que sería mejor parar en el primer hotel que encuentres en la vereda a esperar que este diluvio loco que llaman monzón decida tomarse un descanso que te permita quizás mañana llegar a Hà Nội.
Pero avanzas, sigues avanzando a pesar de la lluvia que baña el plástico que no es cristal de este casco gris que tampoco es integral y entonces el teléfono de Loup se queda sin batería y paramos bajo un puente empapados y trato de sacar mi batería externa mientras la seco con un calcetín para tratar de buscar en Booking el hotel más próximo porque la noche se acerca y el tráfico se acelera y ahora sí que es mejor parar.
Así que llegamos a una ciudad en la que no hay turistas y buscamos un hotel que Booking dice que es el más barato pero que no encontramos por ningún lado por lo que seguimos conduciendo en busca del primer hotel que encontremos, pero está lleno así que volvemos a parar para mirar y buscamos el siguiente más barato y llegamos y dejamos las motos empapados mientras subimos las mochilas a la habitación y yo pregunto por un ventilador a base de señas y del Google Traductor. El cuarto se convierte rápidamente en un secadero, el ventilador encendido, un secador, el aire acondicionado en modo calor y la ropa dejando charcos mientras descansa inerte en el armario.
Y hoy aquí ha caído ya la noche y se escucha el canto de las cigarras, el sonido del agua que se desliza río abajo y los sonidos que hacen el resto de huéspedes de este homestay cuyas paredes son de tejavana. Y a mi lado Ramona recoge y veo que está a punto de acostarse no sin antes echarse bálsamo de tigre en las más recientes picaduras de estos días. Porque aunque llueve el ambiente sigue siendo cálido y si sale el sol, el bochorno se hace insoportable y sientes resbalar por el pecho las gotas de sudor.
Y yo escribo después de estirarme un poco. La espalda me pide yoga pero no tengo esterilla y el suelo está mojado y las horas de moto y estos colchones duros de los hostels de 3€ la noche no ayudan. Así que decido que es hora de limpiarme los dientes, quitarme los calcetines, ponerme mi pijama que no es de bananas e ir a la cama porque mañana me toca de nuevo emprender camino, hacer tres, cuatro horas de moto para recorrer solo 100km por estas malas carreteras de montaña.
Y pienso que tengo que conseguir una tarjeta Sim porque voy a hacerlo sola y no quiero viajar incomunicada por si se me vuelve a salir la cadena o algo peor pasa. Porque Stjepan se ha ido hoy y nos ha escrito después para decirnos que se ha caído en una curva porque había aceite en el asfalto y ha tardado tres horas en arreglar la moto en el siguiente pueblo que ha encontrado en el camino ya que todos los mecánicos le decían que no con ese gesto que te hacen con la mano cuando no entienden lo que dices y no tienen interés en entenderte y prefieren mandarte al siguiente sitio en vez de hacer el esfuerzo y echarte una mano.
Así que espero que mañana no llueva para que las carreteras no vuelvan a ser ríos y pueda recorrer los 100km sin sobresaltos y quizás pasado mañana llegar a Ha Giang sana y salva para poder seguir disfrutando de estos paisajes que parecen de cuento o quizás de película ahora que estamos tan cerca de la frontera con China. Y las marcas que se hacen en la frente y en el cuello y sus vestidos de colores y sus artesanías que me recuerdan un poco a las cholitas de Bolivia.
Espero que mañana sea un gran día.
INFO ÚTIL PARA VIAJAR A VIETNAM
✈ Vuelos: los vuelos desde España a Vietnam no son muy caros. Puedes volar a Hanoi, el destino con los vuelos más baratos o volar a Ho Chi Minh, al sur del país. Si ya estás en el Sudeste Asiático, viajar con AirAsia es muy barato. Viajes desde donde viajes, puedes buscar las mejores ofertas de vuelos en Skyscanner.
🏠 Alojamiento: si aún no tienes alojamiento para viajar a Vietnam lo mejor puedes buscar en Booking con 10% de regalo,hay hostels súper baratos. Airbnb con estos 25€ de descuento es otra buena opción. Los mejores hostales de estilo mochilero los encontrarás enHostel World.
📖 Guías: si te gustan las guías en papel puedes hacerte con la guía de Vietnam de la Lonely Planet o la guía del Sureste Asiático para mochileros de la Lonely Planet.
🚙 Transporte: una de las mejores opciones para viajar en Vietnam (aunque quizás no la más segura) es alquilar o comprar una moto para recorrer el país, como estoy haciendo. Así podrás llegar a cada sitio disfrutando del paisaje y evitando las masas de turistas. Si no lo ves claro la opción más usada suele ser los autobuses nocturnos.
🚑 Seguro de viajes: viajes como viajes, no lo hagas sin un seguro porque nunca sabes lo que te puede pasar. Yo he tenido un pequeño accidente y me ha picado una abeja con su reacción alérgica, así que te recomiendo Chapka o IATI Seguros. Además si contratas desde este link tienes 5% de descuento.
Espero que te haya gustado este escrito de bolsillo, esta crónica de viaje de Vietnam en la que te comparto algunas de las sensaciones y aventuras que he ido viviendo a lo largo del viaje. Espero pronto compartirte más, así como guías para ayudarte en tu viaje. Ahora te espero en los comentarios para que me cuentes qué te ha parecido y ya sabes, me ayudas a seguir viajando si compartes el artículo en los botoncitos que están justo aquí debajo :)
Un abrazo,
1 comentario en «Escritos de bolsillo desde Vietnam: tifones, monzones, Tả Van y otras historias más»
Buen post.