«10 lecciones que he aprendido viajando sola» es una colaboración de Irene García, la autora detrás de Crónicas de una argonauta. Es un placer contar con este post en Lápiz Nómada, que lo disfrutes:
Antes de mi primer gran viaje nunca había probado la experiencia de viajar sola, así que decidí hacer una pequeña primera prueba viajando a Eslovaquia en solitario durante poco más de una semana.
Confieso que disfruté del viaje, pero que hubo muchos días en que me aburrí. Mucho.
Después de mi experiencia en Eslovaquia, no estaba muy segura de que fuera capaz de viajar durante un largo periodo de tiempo en solitario. Aún así, lo hice. Subí a un avión con un billete solo de ida a Indonesia y un año y medio después volví a casa desde India habiendo disfrutado enormemente de la experiencia.
Y con ganas de más.
Unos meses después de mi primer gran viaje, recorrí en bicicleta y en solitario la distancia que separa Barcelona de Lisboa por el norte de España y ahora, en marzo, me voy a América sin billete de vuelta (supongo que no es necesario que te diga que me voy sola).
Hay gente que me pregunta si no me da miedo viajar sola; si no me aburro. Me han llegado a sugerir que me apunte a viajes organizados para gente que no encuentra compañeros de viaje. Supongo que no entienden que no encuentro compañeros porque no los busco.
Viajar sola me ha enseñado tantas lecciones que se ha convertido en una opción de viaje que escojo y abrazo voluntariamente. Si nunca me hubiese ido sola de viaje no habría aprendido:
1. Que puedo perder el miedo a mis miedos:
Soy miedosa. Si tuviera que comenzar a enumerar todo lo que me da miedo quizás no pararía nunca. En parte por eso no creía que fuera a salir bien ese primer gran viaje en solitario (de hecho, nada más pisar Indonesia ya quería volver). Ahora sé que es natural tener una lista innumerable de miedos. En cierto modo hasta tiene sentido: El miedo te ayuda a estar alerta.
El problema comienza cuando dejas que el miedo tome decisiones por ti. De vez en cuando está bien dar un golpe en la mesa y decirle al miedo que eres tú la que mandas.
Hay algo adictivo en el control del miedo. Una vez comienzas te preguntas si serías también capaz de hacer todo aquello que has ido posponiendo porque aún no habías reunido suficiente valor. Además, viajando en solitario a veces no te queda otra que enfrentarte a un montón de miedos que ni siquiera sabías que tenías.
Hacer algo que te da miedo y descubrir que no era para tanto provoca alivio. Es como si de golpe te despojaras de un gran peso. Se podría decir que, de algún modo, perder el miedo a los miedos ayuda a vivir liviano.
2. Que soy una y muchas personas al mismo tiempo:
En casa, siguiendo mi rutina, hablando siempre con la misma gente y haciendo cada día las mismas actividades tenía solo una imagen de mí misma. Creía que era una chica introvertida, cascarrabias, perezosa y algo miedosa. Luego me fui de viaje sola y descubrí que soy esas cosas, sus opuestas y muchas más.
Puedo sonrojarme con la misma naturalidad que respondo a preguntas descaradas y no siempre me levanto de mal humor. Sí, soy perezosa pero constante, y tengo miedo a muchas cosas pero no tengo miedo a muchas otras.
Ahora me definen muchas más cosas de las que lo hacían antes de que saliera sola de viaje, y cada vez que salgo a recorrer el mundo en solitario descubro una de esas múltiples caras que todos tenemos.
3. Qué es lo que me gusta y lo que no:
El entorno nos condiciona mucho más de lo que podemos (y queremos) reconocer. Si nunca sales de él, ¿cómo vas a descubrir que las cosas que te gustan y las que no te gustan no están definidas por tu grupo de amigos, familia o compañeros de trabajo?
En mis viajes en solitario no tengo que complacer a nadie más que a mi misma y si no soy sincera conmigo el viaje será un fracaso. En un viaje en solitario no hay compromisos ni pactos más allá de los que hago conmigo, así que no me queda otra que ser honesta y reconocer qué es lo que me gusta y lo que no; lo que quiero en mi vida y lo que se queda fuera de ella.
4. Que mis límites no están donde yo pensaba:
Viajando tengo que improvisar y adaptarme a nuevas situaciones, y al hacerlo en solitario tengo que escuchar a mi propio cuerpo; no el de otros. Es entonces cuando puedo conocer hasta donde puedo llegar, sin condicionantes externos.
Si haces una excursión de varios días por las montañas, vas a caminar los kilómetros que tu cuerpo necesite; si quieres hacer una ruta en bici, vas a durar sobre el sillín tantos días como tu cuerpo y cabeza exijan. Todas estas experiencias irán marcadas por tu propio ritmo y no el de otros, y se convierten así en una oportunidad para conocer hasta dónde puede llegar tu cabeza y tu cuerpo. Viajando sola se aprende qué eres capaz de soportar y qué no.
Seguro que acabas sorprendiéndote al descubrir que eres más fuerte de lo que crees.
5. Que improvisar es fácil:
Una puede hacer mil planes y rutas para su gran viaje y al comenzar el camino darse cuenta de que no sirven para nada. Es más fácil y efectivo adaptarse a las situaciones.
Los planes se van a romper, los autobuses se retrasarán y los horarios cambiarán, pero siempre se llegará al destino, aunque sea por el camino más largo. Tomar decisiones en el momento y adaptarse a las situaciones que se presentan es más fácil de lo que parece y sobre todo hacen que el viaje sea más divertido.
6. Que el mundo no es una novela de terror:
El mundo no es como lo cuentan los telediarios. Allí solo aparece una parte muy pequeña del mundo. La gente no está pensando en secuestrarte, matarte, violarte o robarte, y tampoco los hombres están al acecho de las viajeras solitarias. La mayoría de la gente son como tú y como yo: Ríen, lloran, quedan con sus amigos, se reúnen con su familia y quieren ser felices. Si les pides ayuda te ayudarán.
Lo que nunca muestran los telediarios es que hay gente en el mundo dispuesta a ayudarte aunque no se lo pidas ni aunque no te conozca de nada. Las invitaciones a comer y a dormir son más frecuentes de lo que nos imaginamos; mucho más que los atracos y las violaciones.
7. Que tampoco es un cuento de hadas:
No voy a ser una irresponsable que solo habla de las bondades del universo o que afirma que toda la gente es buena y que hay que confiar en todo el mundo. También pasan cosas malas. Las noticias horribles que aparecen en la tele son ciertas y el mundo no es un lugar perfecto.
Hay gente en la que puedes confiar y hay gente en la que no, y para diferenciar unos de otros tenemos que utilizar nuestro instinto. Algunas veces no he hecho caso a mi instinto y de ello he aprendido, siempre, que debo confiar más en él. Si esa persona no me inspiraba confianza es porque no era de fiar.
El instinto no se equivoca y viajar en solitario te ayuda a aprender a escucharlo.
8. Que puedo vivir con mucho menos:
No necesito ni la mitad de las cosas que tengo en casa.
Viajando con una mochila de 30 litros y con menos de 8 kilos he aprendido a vivir con pocas cosas. Además me ha sorprendido descubrir que no echo de menos las muchas otras cosas que dejé en casa. Mi relación con los objetos ha cambiado. Ahora las cosas que forman parte de mi vida tienen que ser de utilidad. Cuando hay que cargar con los recuerdos, los caprichos y los apegos, es mucho más fácil deshacerte de ellos.
Vivir con menos se ha convertido en un estilo de vida que me hace mucho más feliz.
9. Que puedo confiar en mí:
Si he ido a la otra punta del mundo y he vuelto a casa sana y salva más de un año después, será porque me di la oportunidad de demostrar que podía tomar decisiones precipitadas y confiar en mi intuición. Recordar eso es una buena manera de darme el empujón que necesito cuando aparecen las dudas. Normalmente las cosas salen bien cuando uno se permite la oportunidad de confiar en uno mismo.
10. Y que puedo confiar en los demás:
Repito otra vez: Si he ido a la otra punta del mundo y he vuelto a casa sana y salva más de un año después, será porque confié en las personas. Ha sido la gente la que me ha sacado de algún apuro durante mis viajes, la que me ha invitado a comer o a dormir y la que me ha indicado el horario correcto del bus o la ruta más segura.
En realidad no he viajado nunca sola, sino que he viajado acompañada de muchas personas que me han ayudado a seguir avanzando. Hay que confiar en la gente porque sin ella un viaje no es nada más que un camino difícil, aburrido y solitario.
Viajar sola es un proceso de aprendizaje; te permite coleccionar momentos, historias y experiencias memorables en tu cuaderno de viajes a la vez que te muestra tus múltiples caras: Todo aquello que eres y puedes ser. Pero lo más importante es que viajar sola te permite vivir tu vida sin el reproche de no haber hecho lo que realmente querías porque no tenías compañía.
[bctt tweet=»viajar sola te permite vivir tu vida sin el reproche de no haber hecho lo q querías porq no tenías compañía.»]
IRENE GARCÍA
En 2012 Irene compró un billete a Jakarta. Después de doce países y miles de experiencias, volvió a casa para viajar en bicicleta a Lisboa. Ahora está preparando una ruta por América. En Crónicas de una argonauta te ayuda a organizar tu viaje para que puedas viajar más con menos. También puedes encontrarla en Facebook, Twitter e Instagram.
♥︎ ¿El post de Irene te ha dado ganas de viajar pero aún te quedan muchos miedos?
Y si quieres seguir leyendo post ispiradores y los mejores consejos para animarte a viajar y ser tu misma sin miedos, suscríbete a la newsletter mensual de Lápiz Nómada y entérate de los últimos post, novedades, sorpresas y artículos y reflexiones en exclusiva en tu email.
Y ya sabes, si te ha gustado el artículo de Irene no olvides compartirlo en los botones de aquí abajo. Y si quieres preguntarle algo más de su experiencia a Irene, aprovecha los comentarios!
Un abrazo,
8 comentarios en «10 lecciones que he aprendido viajando sola»
Entre este post y este: https://unitrips.es/viajar-sola/ estoy re mil lista!
SI SOLO HAS ESTADO UNA SEMANA Imagínate lo que hubieses llegado a conseguir si lo hubieses hecho tuda tu vida y en todos tus desplazamientos.
Hola Andrea e Irene!!
Vaya pedazo de post. Me anima mucho a superar el miedo de una vez por todas y lanzarme a la aventura.
Un saludo!
Genial María,
esa es la idea. Ojalá te animes pronto a salir de viaje :)
¡Un abrazote!
Que gran post Irene.
La foto de Panikhar me ha recordado mi paso por la India y este artículo me ha hecho pensar sobre los grandes viajes. Yo no creo que en un futuro cercano vaya a viajar en solitario. Si hago un gran viaje lo haré con Saioa, mi pareja. Y te cuento esto porque nuestro gran miedo, o gran pregunta es, ¿de donde vamos a sacar los recursos necesarios para vivir muchos meses viajando?
En eso estamos pensando e investigando. Y este artículo nos ayuda en el camino.
Muchas gracias!
Hola Joseba! Siento tardar tanto en responder, pero me alegra muchísimo saber que te ha gustado el post.
Tu pregunta es la GRAN pregunta. Todos nos la hacemos en algún momento. Puede que te sirva este post con 35 ideas para vivir viajando que escribí hace un tiempo:
http://cronicasargonauta.com/ganar-dinero-viajando/
Aunque Andrea también tiene un ebook muy completo sobre el tema.
Un abrazo y feliz viaje!